jueves, 27 de junio de 2019



EL ESPÍRITU SANTO COMO PERSONA

Por
Víctor Pérez D.

Aunque Pablo no trata directamente la cuestión de la personalidad del Espíritu Santo, varios datos coincidentes nos dan la certeza de que el apóstol entendía al Espíritu Santo en términos personales; relacionado íntimamente con el Padre y con el Hijo y, sin embargo, distinto de ellos.

En primer lugar, hemos de reconocer que las menciones más frecuentes al Espíritu Santo, aluden a Él en términos de acción (es cuentes al Espíritu Santo, aluden a Él en términos de acción (es decir, el Espíritu es el agente de la actividad de Dios). 

También es cierto que este lenguaje no implica necesariamente personalidad. No obstante, una lectura aún superficial de los pasajes en los que Pablo se refiere al Espíritu (o Espíritu Santo) muestra cuán a menudo la acción encuentra una expresión personal." Por ejemplo, la conversión de los tesalonicenses se produce por la obra santificadora del Espíritu (2 Tes 2:13; d. 1 Cor 6:11; Rom 15:16), y lo mismo sucede también con el gozo que la acompaña (1 Tes 1:6 d. Rom 15:13). La Revelación procede del Espíritu (1 Cor 2:10; Ef. 3:5); y la predicación de Pablo va acompañada del poder del Espíritu (I Tes 1:5). Las alocuciones proféticas y en lenguas son el resultado directo de hablar por el Espíritu (1 Cor 12:3; 14:2, 16). Los romanos han de hacer morir toda práctica pecaminosa por medio del Espíritu (Rom 8:13). 

Pablo expresa su deseo de que los efesios sean fortalecidos por el Espíritu de Dios (Ef. 3:16). Los creyentes sirven por el Espíritu (Fil. 3:3), aman por el Espíritu (Col 1:8), son sellados por el Espíritu (Ef. 1:13), y andan y viven por el Espíritu (Gál 5:16, 25). Por último, los creyentes son salvos "por el lavamiento por el Espíritu Santo a quien Dios derramó sobre ellos" (Tito 3:5).

Por un lado, un pasaje como este último puede sugerir acción trae a nuestra mente la idea de personalidad, ni tampoco lo hace la imaginería del "lavamiento" por el Espíritu. Por otra parte, si los analizamos con cuidado, la mayoría de estos pasajes implican o presuponen la personalidad del Espíritu Santo, y que la terminología del derramamiento es simplemente imaginería. Esto se hace especialmente evidente en pasajes como 1 Corintios 6:11 en los que Dios "lava, santifica y justifica" mediante la doble acción del "nombre [autoridad] del Señor Jesucristo" y "el Espíritu de nuestro Dios".
El argumento es que, lo que Pablo dice del Espíritu en términos de acción, es análogo a lo que afirma en muchísimos textos acerca de Cristo. La implicación es evidente: es difícil observar la gran escasez de imágenes impersonales que utiliza Pablo en sus cartas. En contraste con Lucas, rara vez habla el apóstol de ser lleno del Espíritu; su lenguaje principal alude a Dios que "pone su Espíritu dentro de ustedes"." o de "recibir" o "tener" el Espíritu.24 Ninguna de estas imágenes implica personalidad, pero tampoco sugieren lo impersonal, como tantas otras imágenes (viento, fuego, etc.).

EI hecho de que Pablo entiende al Espíritu como una persona se confirma, en segundo lugar, por el hecho de que el Espíritu es sujeto de una gran cantidad de verbos que demandan un agente personal. El Espíritu escudriña todas las cosas (1 Cor 2:10), conoce la mente del Señor (1 Cor 2:11), enseña el contenido del Evangelio a los creyentes (1 Cor 2:13), mora entre los creyentes o dentro de ellos (1 Cor 3:16; Rom 8:11; 2 Tim 1:14), hace todas estas cosas (1 Cor 12:11), da vida a los que creen (2 Cor 3:6), clama en nuestros corazones (Gál 4:6), nos guía en los caminos del Señor (Gál 5:18; Rom 8:14), da testimonio a nuestro espíritu (Ro 8:16), tiene deseos que se oponen a la carne (Gál 5:17), nos ayuda en nuestra debilidad (Ro 8:26), intercede por nosotros (Rom 8:26-27), hace que todas las cosas cooperen para nuestro bien (Rom 8:28),25 fortalece a los creyentes (~f 3:16), y se entristece con nuestro pecado (Ef.4:30). Por otra parte, el fruto de la morada del Espíritu son los atributos personales de Dios (Gál 5:22-23).

Algunos de estos versículos parecen zanjar contundentemente la cuestión del Espíritu Santo como persona, como por ejemplo la cuestión del Espíritu Santo como persona, como por ejemplo Romanos 8:16. EI Espíritu que nos imparte la "adopción como hijos" y lo atestigua induciendo en nosotros el clamor que nos lleva a dirigirnos a Dios como "Abba" se convierte, a su vez, y por esta misma razón, en el segundo testigo (necesario)," junto con nuestro propio espíritu, de la realidad de nuestra filiación divina. Igualmente, en Romanos 8:26-27, no solo el Espíritu intercede por nosotros  de la efectividad de su intercesión porque "Dios conoce la mente del Espíritu", quien, a su vez, ora "según [la voluntad de] De seguro de la efectividad de su intercesión porque "Dios conoce la mente del Espíritu", quien, a su vez, ora "según [la voluntad de] Dios". 

Al margen de lo que pueda decirse, éste es el lenguaje de la personalidad, no el de una influencia o poder impersonal. ~s posible que el término pneuma se relacione inherentemente con la imaginería del "viento", pero Pablo nunca lo utiliza de este modo. Por último, el Espíritu es, en ocasiones, sujeto de un verbo o de una actividad implícita que en otros lugares se atribuye al Padre o al Hijo. Por ejemplo, en algunos pasajes de 1 Corintios 12,.y dentro del mismo contexto, Pablo dice de Dios (el Padre) que ~l "produce" todas estas actividades en todos (panta v. 6), mientras que en una frase similar del versículo 11 el Espíritu es el sujeto de un verbo idéntico con un objeto similar (panta tauta, "todas estas cosas", aludiendo ahora a las muchas manifestaciones del Espíritu que se enumeran en los versículos 8-10). De igual modo, en Romanos 8:11 el Padre "da vida", mientras que en 2 Corintios 3:6 el agente es el Espíritu; y en Romanos 8:34 Cristo "intercede" por nosotros, mientras que algunos versículos atrás (8:26) esto se dice del Espíritu. 

De manera similar, pero ahora con el Espíritu como objeto de la acción del verbo, en Gálatas 4:5-6, Pablo afirma en frases consecutivas que "Dios envió a su Hijo" y que "Dios envió el Espíritu de su Hijo" (cf. 1 Cor 6:11).




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