jueves, 19 de septiembre de 2019

ÉL VOLVERÁ



Los psicólogos dicen que en todos los momentos de nuestra vida, debemos tener por lo menos una persona que se preocupe con nosotros, que nos ame.  Tenemos necesidad de compartir nuestros sentimientos con alguien.  Esto evitaría mucha depresión, tristeza, abatimiento y hasta suicidio.

Si nadie se preocupa con nosotros y nadie nos ama, caemos en el vacío de la soledad y en el poso del desánimo.
Al final, ¿qué valor tiene la vida, cuando el pasado no tiene significado, el presente no tiene alegría y el futuro no tiene esperanza?  La vida es más que una pausa entre dos eternidades.  No estamos aquí por mero acaso.  Existe un plan grandioso para cada uno de nosotros.  No fuimos olvidados por el gran Creador.

Alguien mayor, se preocupa con nosotros y nos ama profundamente.  Usted puede no conocerlo personalmente, puede no amarlo intensamente, pero Él lo ama con amor eterno. Desde que nació, Él lo ama y conoce toda su vida, sabe de todos sus problemas.  Él es nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

 Por amor a nosotros, Él dejó el cielo, toda la gloria para volverse como usted y yo y pagar el débito de nuestros pecados.  Por amor Él murió en una cruz, fue enterrado, pero resucitó.  Su triunfo sobre la muerte es la garantía de nuestra victoria.

 Antes de subir al cielo, dejó la promesa de estar con nosotros todos los días.  “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”(San Mateo 28:20).  Por lo tanto no estamos solos.  Por medio del Espíritu Santo, Él está con nosotros, presente aquí mismo, en esta reunión.

Él conoce nuestras angustias, dificultades, sufrimientos, tristezas y decepciones.  A fin de animarnos, nos dio una de las más bellas promesas de la Biblia.  Cariñosamente nos dice: “No se angustien ustedes.  Confíen en Dios y confíen también en mí.  En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; si no fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un lugar.  Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar” (San Juan 14:1-3 DHH).

¡Qué promesa!  ¡Qué esperanza!  ¡Qué consuelo!  ¡Él vendrá!  ¡Habitaremos con Jesús!  ¡El cielo será nuestro!  Aunque existan luchas, sufrimientos y dificultades, nosotros tenemos una esperanza – “Él vendrá”.

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