martes, 24 de septiembre de 2019

¿Por qué es necesario nacer de nuevo?





Antes de nacer de nuevo soy guiado por mis propias inclinaciones humanas, también llamadas los deseos de la carne. Generalmente estas inclinaciones guían mis pensamientos y decisiones. 
Pero los deseos de la carne no llevan a una vida en Cristo, a la cual soy llamado. Ceder a deseos tales como: orgullo, flojera, avaricia, envidia, egoísmo y muchos otros, llevan al pecado. 

Jesús describe la mentalidad de los que no han nacido de nuevo de esta manera: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis 3:17.
Es hasta que reconozco que soy yo al que describen en este versículo que estoy en el punto donde puedo nacer de nuevo “de agua y del Espíritu.” Nada de lo que es nacido de la carne, como persona natural, puede servir a Dios. 
Cuando reconozco que no soy capaz de hacer lo bueno, entonces Dios puede hacerse cargo. Necesito entregar absolutamente todo para poder nacer del Espíritu – es un nacimiento en la mente y en el corazón. Me considero muerto a los deseos de la carne y vivo para los impulsos del Espíritu.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 5:20.
Por supuesto, todavía tengo una carne que desea satisfacer sus deseos, pero ahora estos deseos son vencidos y no tienen más poder sobre mí, pues ahora estoy vivo conforme lo que guía el Espíritu, que es la verdad. Mi “viejo hombre”, como Pablo llama a la mentalidad de los que no han nacido de nuevo, debe permanecer crucificado con Cristo y la nueva vida a la que he nacido es la vida de Cristo. 

La vida de Jesús se manifiesta en mi carne mortal (2 Corintios 4:11). Es precisamente por haber nacido del Espíritu, y el Espíritu vive en mí, que tengo el poder para resistir la tentación, y así mismo permanecer crucificado a los deseos de la carne y vivir para Cristo. (Romanos 15:13).

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