miércoles, 1 de julio de 2020

COMO VENCER LAS EMOCIONES NEGATIVAS: CÓMO VENCER LA ANSIEDAD



La Biblia nos dice que no nos preocupemos, pero ¿qué pasa si estamos atrapados en un círculo vicioso de ansiedad? Aquí está la segunda parte de la serie “Como vencer las emociones negativas”.

Con una variedad de trastornos asociados y una mayor conciencia de sus efectos, la ansiedad literalmente se ha convertido en un término familiar. ¿Cuántas veces hemos deseado poder pasar un día sin pensar que en cada situación que se presenta va a pasar lo peor?
Una preocupación sana acerca de los próximos acontecimientos y ser conscientes de la necesidad de planificar en nuestra vida es normal e incluso responsable. Planear y meditar en nuestras acciones y prepararnos para las cosas que son inevitables o para las diferentes posibilidades es saludable y las escrituras nos animan a hacerlo. Proverbios habla acerca de la sabiduría de la hormiga y de cómo se prepara para las cosas que han de venir (Proverbios 30:25).
Pensar cuidadosamente acerca de las situaciones que van a suceder o las posibles opciones o consecuencias nos benefician en muchos sentidos. Sin embargo, ¿qué sucede cuando pensar cuidadosamente se convierte en un miedo que nos paraliza en casi todas las situaciones que enfrentamos a diario?

¿Por qué es peligrosa la ansiedad a nivel espiritual?

Analice estos escenarios:
Nuestros corazones se aceleran cuando nos vemos obligados a relacionarnos y a entablar “pequeñas conversaciones” con personas en medio de una gran multitud.
Sentimos un hueco muy profundo en nuestro estómago cuando pensamos que dentro de pocas horas debemos ir a nuestro trabajo o a una reunión social.
A duras penas podemos salir al mundo porque nuestra mente nos está diciendo que nada va a salir bien y que cualquier cosa mala puede suceder y sucederá.
¿Le suena familiar? Aunque algunos profesionales pueden recomendar medicamentos para ciertos trastornos de ansiedad, todos están de acuerdo en que tienen pocas posibilidades de tener un efecto duradero si no hay un compromiso de cambiar nuestra forma de pensar.
No subestime el impacto que puede tener la ansiedad en nuestras actitudes espirituales. Pablo escribió: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7, énfasis añadido). El Espíritu de Dios no es un espíritu de miedo, e implica tener dominio propio y que no esté nublado por el temor constante de lo que va a suceder después.
Habiendo dicho esto, nuestro Creador sabe cuándo estamos dando pasos diligentes para luchar contra nuestra ansiedad. Sin embargo, también sabe cuándo no estamos comprometidos a vencer (no escribimos nada, no buscamos ayuda de amigos o de profesionales, no tratamos de interiorizar ninguna sugerencia, intentamos algo por un día y decimos que no funciona, no estamos dispuestos a orar ni a estudiar más, etcétera.).
Una vida llena de ansiedad hace que sea muy difícil para nosotros creer en la perfecta voluntad de Dios y su plan de salvación. También nos hace confiar más en el ambiente físico y menos en el Creador invisible que se asegura de que “todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
La ansiedad es una gran amenaza para el fruto de la fe y, por lo tanto, debe ser tratada de inmediato.

Identifique la causa de su ansiedad
El paso más importante es admitir que la ansiedad, ya sea un trastorno clínico o no, exige un cambio en los patrones de pensamiento.
Para cambiar, lo primero que debemos hacer es averiguar cuáles son las principales causas de nuestra ansiedad.
Escriba las respuestas a preguntas como las que vienen a continuación y hable con un amigo, ministro o profesional acerca de sus respuestas:
¿Qué es lo que me molesta de estar con la gente?
¿Qué aspectos de mi trabajo me atemorizan?
¿Por qué me intimida esa persona?
¿Qué parte de esta acción en particular la hace tan aterradora?
¿Qué pasaría, si algo terrible que creo que va a pasar, pasa?
¿Me abruma el estrés de lidiar con este trabajo o circunstancia?
Si podemos identificar los principales factores estresantes o las causas de ansiedad en nuestra vida, entonces debemos deshacernos de todos los que podamos tan rápido como nos sea posible. Desafortunadamente, muchas causas de ansiedad (como nuestras carreras, relaciones o responsabilidades) no se pueden abandonar simplemente sin ser irresponsables. Así que debemos cambiar nuestra forma de pensar.

Analice y compare la ansiedad con la realidad
Es hora de anotar los pensamientos que van con los eventos o preguntas. Pueden incluir:
Voy a parecer estúpido y todos se reirán abiertamente de mí.
Van a pensar que no soy bueno en mi trabajo.
Se van a burlar de mí y van a hablar a mis espaldas.
Estoy seguro de que me van a lastimar.
Van a pensar mal de mí.
Todo mi mundo, tal como lo conozco, se va a desmoronar.
Analice muy bien estos pensamientos. Cuando dejamos de justificar los pensamientos como parte de nosotros y algo que no podemos evitar, vemos que están obsesivamente centrados en lo que otras personas piensan de nosotros, están llenos de orgullos, son egocéntricos y ciertamente no mencionan a Dios en ninguna parte. Entonces, analícelos.
¿Es justo/racional pensar que todos los que están en una habitación o en una situación están obsesionados y mirando cada pequeña cosa que hacemos? Piense con la frecuencia con la que nos damos cuenta de que hay otras personas y en la rapidez con la que olvidamos las cosas que hacen.
¿Es justo/racional pensar que el peor escenario que planteamos es el que va a suceder, o que necesitamos estar preparados para todo lo que está fuera de nuestro control? Podemos planear, pero ¿recordamos que Dios está en total control? “El corazón del hombre piensa su camino; Mas el Eterno endereza sus pasos.” (Proverbios 16:9).
¿Es justo/racional pensar que en la situación en la que nos encontramos, Dios nos ha abandonado y no está disponible para ayudarnos? ¿Es justo/racional pensar que Dios no nos puede proteger de algo si así lo desea?

Sustituir lo irracional por lo racional                        
Sabemos que debemos cambiar los pensamientos que no están de acuerdo con el pensamiento de Dios. Cuando la ansiedad aparece, debemos llenar nuestra mente con versículos y pensamientos de la Biblia que nos animen:
Dios está conmigo en esto.
Puedo manejar esto.
Recuerde, usted ya no piensa de esa manera.
Definitivamente requiere de trabajo, paciencia y dedicación. Los pensamientos ansiosos e irracionales van a continuar invadiendo nuestra mente gracias a Satanás, pero podemos estar preparados para enfrentarlo con la verdad de Dios.
¿Y si ya he perdido el control?
Ore inmediatamente a Dios y pídale su Espíritu de poder, amor y dominio propio. En su mente, repita una escritura que lo anime o, mejor aún, dígala en voz alta. Entre más tiempo pasemos sin orar y sin escribir nuestros pensamientos, más nos afligimos y dejamos que la ansiedad se apodere de nuestras mentes.
Ahora pregúntese: “¿Creo que Dios me puede ayudar con esto?” “¿Estoy comprometido a cambiar mi pensamiento ansioso por un pensamiento de paz y de fe?” “¿Controlo mi ansiedad, o mi ansiedad me controla a mí?” Luego repase lo que ha escrito y prepárese para la próxima pelea contra la ansiedad.

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