Millones
de personas en todo el mundo creen que ellos son “salvos” en el momento en que
aceptan a Cristo. Pero, ¿es cierto eso? ¿Hay más acerca de la salvación de lo
que tantos creen?
Al
estudiar las Escrituras con detalle, relativo al tema de la salvación descubrimos
que:
·
Somos salvos de la muerte.
·
Somos salvos por la vida resucitada de Jesucristo.
Hay
pasos esenciales (más allá de solo profesar el nombre de Jesús) que debemos
dar. Pero hay
otra pregunta importante que tenemos que responder: ¿cuándo somos
salvos realmente?
El
cristianismo tradicional habla casi exclusivamente de la salvación como una
realidad presente en la vida de un cristiano. Es vista como un estado de los
creyentes en el momento en que ellos aceptan a Jesucristo como el Salvador (o
en algunas denominaciones, en el momento del bautismo).
En
otras palabras, si usted ha aceptado a Jesús, usted es salvo. Sus pecados son
perdonados y su lugar en el cielo está asegurado. Eso es todo.
¿Pero
es esto todo acerca de la salvación?
En
su famosa profecía del monte de los Olivos, Jesús dijo: “Mas el que persevere
hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13, énfasis añadido). El
“fin” se refiere al fin de este siglo y la segunda venida de Cristo.
Entonces,
Jesús parece estar diciendo que la salvación ocurrirá en el futuro. Esa
afirmación parece indicar que ser salvo es un evento futuro que los creyentes
no han experimentado todavía.
Pero
hay otros pasajes que parecen decir lo opuesto. Por ejemplo, Pablo dijo: “Por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es
don de Dios” (Efesios 2:8, énfasis añadido). Esto pareciera implicar que la
salvación es un evento pasado.
Sin
embargo hay otros lugares en los que la Biblia habla de la salvación como algo
que está sucediendo: “pero a los que se salvan esto es, a nosotros,
es poder de Dios” (1 Corintios 1:18).
Entonces, ¿cuál es? ¿“Serán salvos”, “sois salvos”
o “se salvan”?
La respuesta es: ¡las tres!
La
salvación es un proceso
¿Cómo
pueden ser verdad las tres?
El
aspecto pasado, presente y futuro de ser salvos, representan los tres pasos
fundamentales del proceso de salvación. Examinemos más detenidamente cada paso.
Para
entender esto debemos recordar qué es exactamente la salvación —es decir, ser
salvos del pecado y sus consecuencias. El pecado (que produce la separación de
Dios y finalmente la muerte) es el obstáculo más grande para el cumplimiento
del propósito de Dios en nosotros, que es convertirnos en seres perfectos tal
como Él es perfecto (Mateo 5:48). Cuando una persona acepta a Cristo y es
bautizada, está sólo comenzando el camino. La salvación debe entenderse como
un proceso —no un evento.
Paso
1: Convertirse en cristiano (haber sido salvos)
El
primer paso es ser llamado por Dios y venir a Él a través de Jesucristo. Para
hacer esto, el problema primario con el que tenemos que lidiar es con nosotros
mismos. Todos vendremos a Dios con una vida de pecado que está registrada.
Necesitamos ser salvos de tener la experiencia de la muerte eterna como
consecuencia de esos pecados (Romanos 6:23).
Cuando
aceptamos a Cristo y su sangre derramada por el pecado, debemos arrepentirnos
profundamente de esos pecados y ser bautizados (Hechos 2:38). Cuando una
persona se levanta de la tumba acuática del bautismo, esos pecados “son
lavados”, “borrados” —limpiados por completo y excluidos del registro de la
persona (Hechos 2:38; 3:19; 22:16).
A
esto es a lo que Pablo se estaba refiriendo cuando escribió “por gracia sois
salvos por medio de la fe” (Efesios 2:8). Inmediatamente después del
bautismo, cada creyente verdaderamente arrepentido ha sido salvo de todos los
pecados que ha cometido antes de ese momento. Dios acepta la muerte de Jesús
para pagar la pena de esos pecados en lugar nuestro —somos salvos de esa pena.
Entonces,
en este sentido es que un verdadero creyente ya ha sido salvo.
Paso
2: Vivir la vida cristiana (estar siendo salvados)
Cuando
los verdaderos creyentes salen de las aguas del bautismo, ellos son salvos de
los pecados que cometieron antes de ese momento —pero todavía existe un
problema. Ellos seguirán viviendo. Lo que significa que volverán a pecar.
La
creencia verdadera, el arrepentimiento y el bautismo lavan nuestros pecados
pasados, pero no borran nuestros pecados futuros. Para ser salvos de los
pecados cometidos después del bautismo, un creyente debe arrepentirse y buscar
el perdón de Dios por esos pecados. Al escribirles primordialmente a cristianos
bautizados, Juan afirmó: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Cuando
esos pecados posteriores al bautismo son quitados y borrados de nuestro
registro, somos salvos de esos pecados. En este sentido,
estamos siendo salvos, es un proceso continuo. A medida que nos
arrepentimos de los pecados después del bautismo y continuamos creciendo en el
carácter de Dios, somos salvos de la pena de muerte por dichos pecados, gracias
al sacrificio de Cristo, y somos continuamente reconciliados con Dios.
Paso
3: Recibiremos vida eterna cuando Jesucristo regrese (“seremos salvos”)
Pero
todavía hay otro aspecto de la salvación que está en el futuro. Recuerde que
hay dos resultados del pecado de los que necesitamos ser salvos, son la muerte
y la separación de Dios. No estamos totalmente salvos, en un sentido
definitivo, hasta que estemos compuestos de espíritu y seamos perfectos —ya sin
peligro de pecar o de morir. A esto es a lo que Jesucristo se estaba refiriendo
cuando dijo: “más el que persevere hasta el fin, ése será salvo” (Mateo 24:13).
Cuando
Jesús regrese, Él traerá salvación a su pueblo: “y aparecerá por segunda vez,
sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9:28).
El proceso de ser salvos sólo ha comenzado en nuestra vida en la actualidad
—pero Cristo lo completará a su regreso. La salvación es dada al final de una
vida física de arrepentimiento fiel, creciendo y desarrollando una vida de fe
hacia Dios (1 Pedro 1:9). Por esto es que la Biblia dice que “somos salvos por
su vida” (Romanos 5:10) —porque sólo un Salvador viviente, resucitado, puede
regresar y dar vida eterna.
Ésta es la “esperanza de salvación” (1 Tesalonicenses
5:8). Es la esperanza futura que todos los verdaderos cristianos buscan. Esto
es ser salvos de la muerte y convertirse en miembros de la familia de Dios por
toda la eternidad
No hay comentarios.:
Publicar un comentario