Al parecer, con demasiada frecuencia los cristianos enfrentan
dificultades y problemas. ¿Por qué? ¿Y qué dice la Biblia acerca de cómo
sobrevivir y crecer a través de ellos?
Santiago, el hermanastro de Jesucristo, escribió una carta de
exhortación y de apoyo para los cristianos dispersos cuyas vidas no eran nada
fácil.
En el primer capítulo de la carta de Santiago, él abordó
situaciones que los cristianos enfrentan y tienen el potencial de desanimar o
hacer que se aparten de la fe. El primer tema son las pruebas a nivel personal.
Todos tenemos pruebas de vez en cuando en nuestra vida. Pueden ser pruebas
financieras causadas por la pérdida de un trabajo, una enfermedad, una avería
en el carro o un electrodoméstico. Pueden ser situaciones en nuestras
relaciones con nuestra pareja o hijos, un problema grave de salud o incluso la
muerte de un ser querido.
Cuando estas cosas pasan, es entendible que a menudo miremos sólo
el lado negativo de las pruebas. Pueden desanimarnos y hacer que simplemente
queramos darnos por vencidos. Pero Santiago escribió: “Hermanos míos, tened por
sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2).
¿Gozo en las pruebas?
¿“Tened por sumo gozo”? ¿Vivía Santiago en otro planeta?
¿Vivía en el país de las maravillas? ¿Cómo se puede estar gozoso con algo que
nos trae angustia, aflicción y dolor? ¿Pensaba que los cristianos debían ser
masoquistas?
No, él no estaba diciendo que deberíamos disfrutar de la miseria.
Si, las pruebas son dolorosas, pero pasar por ellas nos trae
lecciones valiosas que pueden fortalecer nuestro carácter y traer crecimiento
espiritual. El apóstol Pedro escribió lo siguiente:
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de
tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para
que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando
sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo,
aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro
1:6-8).
Aunque, siendo realistas, en ocasiones el gozo llega pero después,
cuando la prueba ha terminado. El autor del libro de Hebreos dijo: “Es verdad
que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza;
pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido
ejercitados” (Hebreos 12:11).
Muchas personas han dicho después de una prueba: “Es bueno que me
haya tocado pasar por esa experiencia difícil, aunque no me gustaría tener que
volver a pasar por ella”.
Santiago escribió: “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce
paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y
cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:3-4).
El apóstol Pablo agregó: “Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Romanos 5:3-4).
Las pruebas y las dificultades son una realidad de esta vida. Les
pasa a todos, incluso a aquellos que están tratando de vivir una vida buena.
“Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará el
Eterno” (Salmos 34:19). Pero si nos damos cuenta que son lecciones valiosas que
podemos aprender mientras pasamos por ellas, entonces podemos convertir una
experiencia negativa en una positiva.
Es a través de estas pruebas que aprendemos a buscar a Dios para
que nos provea nuestras necesidades y nos guíe. Nos ayuda a perfeccionar y
construir el tipo de carácter que necesitamos para poder entrar en el Reino
de Dios. Y por medio de la reflexión interna y examinando nuestros motivos y
acciones, podemos ser más sabios en la forma en que vivimos nuestra vida.
El salmista dijo: “Bueno me es haber sido humillado, Para que
aprenda tus estatutos” (Salmos 119:71).
Cuatro pasos
que debemos seguir
La Biblia nos dice lo que debemos hacer para sobrevivir a las
pruebas y aprender de ellas. Tenga en cuenta estos cuatro pasos:
1. Ore para que pueda aprender de la prueba y no se desanime.
La depresión y el desánimo son problemas comunes que la gente tiene
durante los momentos de prueba. En algunos casos, no ven la razón por la cual
les está pasando a ellos. De pronto han estado tratando de vivir una vida
decente y en ese momento algo malo pasa.
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha
sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto
sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la
revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Pedro 4:12-13).
Santiago agregó que mientras estamos en ese período de prueba,
debemos pedirle a Dios que nos muestre qué podemos o necesitamos aprender de
eso. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual
da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).
Hay varias cosas que podemos aprender de las pruebas, como la
necesidad de acercarnos más a Dios para que nos ayude y nos guíe. Una lección
muy importante que Él quiere que aprendamos es a depender menos de nosotros y
más en Él.
“Fíate del Eterno de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia
prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No
seas sabio en tu propia opinión; Teme al Eterno, y apártate del mal”
(Proverbios 3:5-7).
2. Ore para que sea guiado mientras sale de la prueba y para pedir
ayuda y darse cuenta si hubo cosas que hizo para que viniera sobre usted esto o
que puedan causar que pase de nuevo.
No sólo hay una causa para cada problema, también hay soluciones
para la mayoría. Dios nos puede mostrar cómo resolverlos sin transigir con lo
que es correcto. Tenemos que acudir a Él para obtener esas respuestas.
“Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus
angustias” (Salmos 34:17).
El apóstol Pablo le dijo a los corintios que aunque Dios permite
que los cristianos pasen por dificultades, también Él les provee una forma
apropiada de escape sin que tengan que transigir:
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero
fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino
que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar” (1 Corintios 10:13).
Pedro escribió: “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos,
y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro
2:9).
Hay ocasiones en las que nosotros nos acarreamos nuestros propios
problemas. Y si ese es el caso, debemos reconocerlo y dejar de hacerlo para que
podamos encontrar la paz que viene de conducir nuestra vida de una manera más
prudente.
“Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados,
porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de
parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Así que,
ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por
entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se
avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1 Pedro 4:14-16).
3. Entréguele sus necesidades a Él porque Él se preocupa por usted
Dios, quien nos da la vida y todas las cosas que hacen que la vida
se pueda disfrutar, no es indiferente ante nuestros sufrimientos. Él tiene
grandes planes para nosotros en el futuro. Él nos está moldeando para que nos
convirtamos en sus hijos por toda la eternidad. Para que esto pueda suceder,
debe haber cambios en nuestro carácter. Nosotros tenemos que volvernos como Él.
Ese proceso incluye pruebas y exámenes.
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os
exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él
tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7).
Con esta ayuda, podemos poner en manos de Dios el resultado de la
prueba y saber a ciencia cierta que de alguna manera el bien puede venir a
nosotros si nos mantenemos fieles a sus caminos.
En algún momento, el rescate vendrá y las cosas van a mejorar. “Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
4. Ore por fe y paciencia
Hay un viejo dicho que es muy cierto: “Esto también pasará”. De
pronto no tan rápido como quisiéramos en ese momento, pero eventualmente, con
fe y paciencia, las cosas van a mejorar.
“Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida.
Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría” (Salmos 30:5).
“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán” (Salmos
126:5). Incluso si Dios, con su amor paternal ve la necesidad de corregirnos
para traernos de vuelta al camino de vida correcto, después nos bendecirá
cuando aprendamos y nos volvamos a Él.
El poco tiempo que pasamos en medio de una prueba, no es nada
comparado con la eternidad como hijos suyos. “Porque esta leve tribulación
momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de
gloria” (2 Corintios 4:17).
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos
hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos
con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él
seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse” (Romanos 8:16-18).
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