Una frase bíblica que siempre ha preocupado a muchas
personas es el mandamiento de temer a Dios. ¿Qué significa el temor del Eterno
y por qué Dios nos pide que le temamos a Él?
¡Nosotros le tememos a cosas malas: crimen, accidentes
automovilísticos, tormentas devastadoras, al virus del Nilo Occidental, armas
químicas, masacres, terrorismo, terremotos, demonios y al mismo Satanás!
¿Pero a nuestro amado Padre celestial? ¿Por qué Dios nos
pediría que le temiéramos?
Temor equivocado
Primero, hay que darse cuenta de que existe un temor de Dios
que no produce buenos resultados. Este terrorífico y paralizante temor es el
que se le viene a la mente a la gente.
La Biblia muestra muchos ejemplos de ese temor que termina
mal. Veamos algunos pasajes:
“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios
creen, y tiemblan” (Santiago 2:19).
“Por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la
tierra; aquí tienes lo que es tuyo” (Mateo 25:25).
Este temor no tiene ningún fin positivo. Obviamente este
temor no es el que Dios busca por parte de nosotros. ¿Entonces cuál es el temor
que Dios quiere que tengamos?
Significado del temor del Eterno
Las principales palabras del hebreo y del griego que
traducen temor tienen varios significados, pero en el contexto del temor del
Eterno trasmiten un profundo respeto.
El verbo hebreo yare puede significar “temer, respetar,
honrar”, y el sustantivo del hebreo yirah “usualmente se refiere al
temor del Eterno y es visto como una cualidad positiva y reconoce las buenas
intenciones de Dios (Éxodo 20:20)… Este temor es producido por la Palabra de
Dios (Salmos 119:38; Proverbios 2:5) y hace que la persona sea receptiva a la
sabiduría y al conocimiento (Proverbios 1:7; 9:10)” (Warren Baker y Eugene
Carpenter, Diccionario completo de estudio de la palabra: Antiguo
Testamento, 2003, pp. 470-471).
El sustantivo del griego phobos puede significar
“temor reverencial” hacia Dios, “no un simple “miedo” de su poder y su justo
castigo, sino un sano pavor de desagradarlo” (Diccionario expositivo completo
de palabras del Nuevo y Antiguo Testamento, 1985, “Temor, temeroso, timidez”).
Éste es el tipo de temor positivo y productivo que Lucas describe en la Iglesia
primitiva del Nuevo Testamento: “Entonces las iglesias tenían paz por toda
Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y
se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo” (Hechos 9:31).
Otra fuente incluye este útil resumen: “El temor a Dios es
una actitud de respeto, una respuesta de reverencia y asombro. Es la única
respuesta apropiada para nuestro Creador y Redentor” (Estudio de la Biblia de
Nelson NKJV, 1997, nota de Salmos 128:1).
El propósito del temor
Si estudiamos la Biblia, vemos que no hay ningún error en
tantos mandamientos que encontramos acerca de temer a Dios. El sabio rey
Salomón se refirió a ello explicando esta razón al escribir el libro de
Proverbios: “El principio de la sabiduría es el temor del Eterno” (Proverbios
1:7).
¿Por qué? Veamos estas palabras del salmista: “El principio
de la sabiduría es el temor del Eterno; Buen entendimiento tienen todos los que
practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre” (Salmos 111:10).
En el Salmo 34 el Rey David también nos habla del
aprendizaje del temor del Eterno: “Venid, hijos, oídme; El temor del Eterno os
enseñaré… Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del
mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela” (Salmos 34:11, 13-14).
Un temor sano hacia Dios incluye el temor de las
consecuencias de desobedecerle. Puede haber momentos de tentación o de prueba
en los que olvidemos las principales razones para obedecer a Dios, y es ahí
donde deberíamos pensar mejor en las consecuencias (Éxodo 20:20).
Esto es lo que nos dice en Hebreos 10:26-31: “Porque si
pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la
verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda
expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los
adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres
testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el
que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la
cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos
al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El
Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”.
El respeto hacia Dios nos ayuda a tomarlo a Él y a sus leyes
beneficiosas muy en serio. Estar en armonía con las leyes espirituales que
gobiernan el universo tiene unas ventajas asombrosas. Muchas de esas ventajas
vienen durante esta vida, pero los beneficios más grandes vendrán en la vida
que viene (1 Timoteo 4:8; Salmos 16:11).
Reglas familiares
Veamos esta analogía bíblica: Los niños aprenden las reglas
familiares en parte por el temor a ser corregidos (Hebreos 12:9-11). Por
supuesto, cuando crezcan deberían continuar siguiendo las reglas por amor.
Dios, con sus reglas familiares que son más importantes aun,
también nos enseña a obedecer para nuestro propio bien. Por muy increíble que
parezca, ¡Dios quiere que seamos sus hijos!
Pero vivimos en un mundo engañado y gobernado por Satanás.
Por eso debemos salirnos del camino de Satanás, no podemos ser hijos de Satanás
(Juan 8:44). En vez de esto deberíamos aprender los caminos de la familia de
Dios, el camino del amor (1 Juan 4:8), sus leyes podrían resumirse en amor por
Dios y por nuestros hermanos (Mateo 22:37-40).
El perdón y el temor del Eterno
Tristemente, sin embargo, todos cometemos pecados y
merecemos la pena de muerte. ¿Si todos vamos a morir irremediablemente, cual es
el propósito del temor? Seguramente podemos estar deprimidos y aterrorizados,
¿pero es esto lo que Dios quiere realmente?
Veamos este fascinante pasaje: “JAH, si mirares a los
pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, Para que
seas reverenciado” (Salmos 130:3-4).
El perdón que Dios ofrece a quienes se arrepienten nos da
una razón para temerle —un motivo para cambiar. ¡También nos da una razón para
estar eternamente agradecidos y crecer en amor para parecernos más a nuestro
amado Dios!
¿Cómo el amor echa fuera el temor?
El temor reverencial del Eterno está diseñado para ayudarnos
a crecer y parecernos más a Dios —para crecer en amor. Este crecimiento remueve
cualquier temor de ser juzgados por Dios. Como el apóstol Juan escribió: “En
esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el
día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor
no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor
lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”
(1 Juan 4:17-18).
El Léxico del griego-ingles del Nuevo Testamento y
literatura cristiana antigua por Arndt y Gingrich da una excelente
explicación del uso de la palabra phobos en el versículo 18. En el
contexto especifico del versículo, el significado es “temor servil… lo que no
es característico en la relación cristiana con Dios”
El mismo matiz en el significado es utilizado para la
palabra temor en Romanos 8:15: “Pues no habéis recibido el espíritu
de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el
espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. Aunque debemos
someternos voluntariamente a nosotros mismos como siervos o esclavos de Dios,
Él no es un abusivo ni un cruel capataz de esclavos que nos aterroriza o
atormenta, que es el punto en este versículo. La idea de que el amor desplaza no
solo el temor sino también la ley, es un malentendido. Sin embargo, Juan
explica que la ley de Dios define el amor de Dios:
“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus
mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3). Esta relación
entre Dios y los 10 Mandamientos se ve claramente en los escritos de Pablo y en
los Evangelios (Romanos 13:9-10; Mateo 22:37-40).
Dios quiere que sus leyes estén escritas en nuestros
corazones. Por ejemplo, así no sintamos temor de ser atrapados, no deberíamos
robarle a nadie —porque los queremos y queremos a Dios.
No debemos perder nunca nuestro respeto y aprecio por Dios
—en cambio, deberíamos crecer en cuanto a nuestra motivación de obedecerle a
Dios sólo por temor y más bien hacerlo por amor a Él— teniendo un profundo amor
y respeto por Dios y su Palabra.
Otra palabra griega para temor la encontramos en 2 Timoteo
1:7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y
de dominio propio”. La palabra del griego deilia significa: “cobardía,
timidez, temeroso” (Spiros Zodhiates, Estudio completo de palabras del
Nuevo Testamento). Deilia es utilizada constantemente de manera
negativa, a diferencia de phobos. Apocalipsis 21:8, al cual nos referimos
anteriormente, utiliza deilos, el adjetivo de esta palabra.
Beneficios eternos del temor al Eterno
Entonces, más allá de un miedo paralizante, el temor
positivo hacia el Eterno que nos enseña la Biblia es un elemento clave para el
cambio. Nos ayuda a tener una perspectiva realista y humilde de nosotros mismos
frente a nuestro maravilloso Dios; nos ayuda a recordar las serias
consecuencias de desobedecerle a Dios en momentos de tentación; y nos motiva a
ser más parecidos a nuestro amado Creador.
Al hacer estas cosas, el temor del Eterno nos traerá
beneficios eternos :
“No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes
persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; Porque ciertamente hay fin, Y
tu esperanza no será cortada” (Proverbios 23:17-18).
“El temor del Eterno es manantial de vida, Para apartarse de
los lazos de la muerte” (Proverbios 14:27).
“El temor del Eterno es para vida, Y con él vivirá lleno de
reposo el hombre; No será visitado de mal” (Proverbios 19:23).
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