La Biblia nos enseña que el Señor vino al mundo no sólo para
salvarnos sino para establecer Su reino (Mt 4:17).
En los evangelios, vemos al Señor enseñar con insistencia y
urgencia acerca de Su reino (Lc. 13:18-31). Aunque Juan el Bautista había
venido a preparar el camino y anunciar el Reino de Dios (Mt 3:1-2), Jesús
explica que el más pequeño en Su Reino es mayor que Juan el Bautista (Mt
11:11).
Para ser parte de Su reino, debemos primeramente verlo y entrar
en el para posteriormente anunciarlo y establecerlo en la tierra (Jn. 3:3). Esto
sólo es posible cuando tenemos una revelación tal y como la que Pedro tuvo
cuando entendió y confesó quien era el Señor Jesús (Mt 16:17).
Cuando el Reino de Dios nos es revelado... Jesús enseñó
mucho acerca del Reino de Dios. Podríamos decir que esta fue su enseñanza
principal mientras camino sobre la tierr hace más de dos mil años. Jesús
declaró que Su reino había llegado y que Su reino se encontraba en medio
nuestro. (Mt 16:17, Mar 1:15, Lc 4:43, Lc 17:21)
Entendemos lo que significa ser hijos de Dios. Más que
convertirnos en cristianos, Dios desea convertirnos en Sus hijos. Pedro tuvo
una revelación de quien era Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente.” Cuando entendemos quien es Jesús, entendemos lo que significa ser
adoptados hijos de Dios por medio de la fe en Jesús. (Mt 16:16, Rom 8:17, Gal
3:26)
Recibimos autoridad. La iglesia está conformada por los
hijos de Dios. Cuando la iglesia recibe la revelación de quien es Jesús, la
iglesia recibe la autoridad sobre principados, potestades y aún sobre las
puertas del Hades. ¡Qué importante es que la iglesia entienda el mensaje del
Reino de Dios! (Mt 16:18-19)
Podemos manifestarlo. El Reino de Dios se manifiesta cuando
la voluntad de Dios se establece en la tierra como en el cielo. La voluntad de
Dios se establece cuando obedecemos Su palabra y operamos de acuerdo a Su orden
y autoridad. La revelación de Su palabra y nuestra obediencia a esa revelación
es la que nos permite manifestar al mundo que somos hijos de Dios. (Mt 6:10,
Mar 9:1, Lc 19:11-27, 1 Cor 4:20, Lc 9:11, Lc 11:20)
Mostramos obediencia y no sólo familiaridad. Hay una gran
diferencia entre ser obedientes al Señor y simplemente estar familiarizados con
Su reino y sus mandamientos. La palabra advierte que muchos fracasan en entrar
al Reino de Dios porque no atraviesan “la puerta estrecha”. Esto se refiere a
recibir Su gracia, seguir Sus mandamientos; y buscar Su voluntad en todas las
áreas de nuestra vida. Dios tiene la intención de establecer Su reino en
nuestra vida, salud, familia, trabajo, comunidad, iglesia y toda área. (Lc
13:23-30, Jn 6:41-42)
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