“Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22:14).
Pero, ¿llamados y escogidos para qué? ¿Qué es exactamente el llamamiento de
Dios? ¿Está usted seguro de ser uno de los llamados?
¿Se imagina ver en su identificador de llamadas “Dios llamando”
cuando el teléfono suena? Obviamente, el llamamiento de Dios es mucho más sutil
que esto; pero es así de real. En Juan 6:44, Jesús dijo: “Ninguno puede venir a
mí, si el Padre que me envió no le trajere [llamare o enviare]; y yo le
resucitaré en el día postrero” (vea también el versículo 65). En otras
palabras, nadie puede ir a Él—convertirse en un cristiano verdadero—si antes no
es llamado por el Padre.
Sin duda, las enseñanzas de Cristo eran muy impactantes; tanto así
que, al oír esto, muchos de aus discípulos se sintieron ofendidos y dejaron de
seguirle, como relata el apóstol Juan (v. 66). El llamamiento de Dios es un
proceso a través del cual el Padre trae (o llama) a una persona; esto
significa abrirle la mente a su verdad espiritual y, literalmente, invitarlo a
ser salvo.
Pero existe mucha confusión sobre qué es la salvación exactamente,
así que describámosla en términos simples. Físicamente hablando, ser salvado es
ser rescatado, usualmente de la muerte; una persona que saca a otra de un edificio
en llamas la ha “salvado” de una muerte terrible. Similarmente, la salvación
espiritual es el rescate de una persona de la muerte eterna, o muerte
espiritual. La diferencia es que, cuando una persona muere espiritualmente, es
imposible que vuelva a la vida—ha dejado de existir por completo. Pero, quien
alcance esta salvación será transformado a ser espiritual y eterno cuando
Cristo regrese, así haya muerto físicamente.
La Biblia nos dice que no todos son llamados ahora
Dios no está llamando a todo el mundo a la salvación en este
tiempo. Uno de los pasajes bíblicos que revela esto claramente es Mateo 13:3-9,
donde Cristo relata la parábola del sembrador: “He aquí, el sembrador
[agricultor] salió a sembrar [plantar semillas]. Y mientras sembraba, parte de
la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
“Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó
pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y
porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos
crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a
ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír
[quien pueda entender], oiga”.
¿Entiende usted lo que Jesús quiso decir?
Jesús explica la parábola
En esta parábola—o relato con moraleja espiritual—, el agricultor
plantando las semillas representa a Jesucristo y a su iglesia y el trabajo que
realizan; la semilla es el evangelio del reino de Dios. Veamos cómo
Jesucristo explicó esta historia: “Oíd [entended], pues, vosotros la parábola
del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene
el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue
sembrado junto al camino.
“Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la
palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es
de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la
palabra, luego tropieza.
“El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra,
pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se
hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y
entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por
uno” (Mateo 13:18-23).
Tal como sucedió en la historia, el “llamamiento de Dios” ocurre
cuando Él abre la mente de una persona para que pueda entender las buenas
noticias de su futuro reino. Y este conocimiento de su reino implica conocer a
su Rey (Jesucristo), el territorio donde será establecido (la tierra), su
constitución (la ley de Dios) y a sus pobladores (quienes serán gobernados por
Cristo y los santos). Le invitamos a descubrir más detalles sobre este tema en
nuestra sección “El reino de Dios”.
“Muchos son llamados, y pocos escogidos”
Pero no todos los que oyeron esta parábola [enseñanza]
comprendieron lo que Jesús intentaba decirles. Si bien toda la multitud escuchó
exactamente las mismas palabras, no todos reaccionaron de la misma manera al
mensaje de Cristo. Algunos simplemente no “oyeron” el llamado; otros sí lo
oyeron, pero decidieron no responder.
La semilla sólo da fruto en aquellas personas a quienes Dios está
llamando y deciden seguir su camino de vida. Pero debemos recordar que, según
su plan de salvación para la humanidad, Dios no abrirá la mente de todos al
mismo tiempo. Es esto lo que Jesucristo intentaba explicar a sus discípulos con
la parábola del sembrador (Mateo 13:11-17).
Analicemos ahora otro ejemplo bíblico donde leemos acerca de que
algunos serán llamados antes que el resto del mundo.
Algo de crucial importancia
El libro de Hechos es otro lugar donde Dios nos revela que no está
llamando a todos en este tiempo. En una Fiesta de Pentecostés, el día en que
Dios dió su Espíritu a la Iglesia, Pedro dio un impactante sermón después del
cual muchos de sus oyentes comprendieron que Cristo se había sacrificado (había
muerto) por el perdón de sus pecados. Sintiéndose muy acongojados y
arrepentidos, “se compungieron de corazón [se sintieron arrepentidos], y
dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?”
(Hechos 2:37).
Esto es algo de crucial importancia: el verdadero
arrepentimiento implica llevar lo aprendido a la acción; la conversión es mucho
más que una mera reacción emocional.
Es por esto que Pedro les respondió: “Arrepentíos [cambien su forma
de vida], y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para
vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están
lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (vv. 38-19, énfasis
añadido).
Detengámonos en la última frase, “para cuantos el Señor nuestro
Dios llamare”. ¿Acaso todas las personas que escucharon el mensaje de Pablo
respondieron activamente arrepintiéndose y bautizándose? No; sólo “los que
recibieron su palabra fueron bautizados” (v. 41). En verdad, , Dios añadió
cerca de 3.000 miembros a su Iglesia ese día, pero hubo muchos otros que
escucharon el llamado y decidieron no atender.
Pocos escogidos
¿Le parece extraño que Dios sólo esté llamando a unos pocos por
ahora? Pues no debería; ésta es una verdad que seguramente ha leído muchas
veces, ¡aunque probablemente no se haya dado cuenta! Sin duda el término “los
escogidos” le sonará familiar. ¿Alguna vez ha pensado con detenimiento en su
significado? Una elección implica escoger a ciertas personas para realizar un
trabajo u oficio, y el resultado obvio de esta es que, mientras algunos serán
escogidos, otros no lo serán. Pues bien, el significado bíblico de “escogidos”
es bastante similar—con la diferencia de que tiene una connotación espiritual.
Sólo algunas personas escuchan el llamado de Dios durante su vida. Quienes lo
escuchan y deciden arrepentirse, son escogidos por Dios para recibir el
Espíritu Santo en este tiempo.
¡Pero, esto no significa que el resto del mundo esté perdido! Dios
está trabajando de acuerdo a un plan cuidadosamente diseñado, según el cual la
gran mayoría de los seres humanos que han existido a través de la historia
serán llamados y salvados de la muerte eterna si deciden atender al llamado de
Dios. ¡El plan de Dios no consiste en dar vida eterna a quienes hicieron lo
mejor que pudieron según el credo que eligieron profesar! ¿Cuándo, dónde, cómo
y por qué llegará la salvación para todos? Le invitamos a leer nuestro artículo
“Las resurrecciones: ¿Qué son?” para conocer la respuesta.
¿Está usted siendo llamado?
¿Cómo saber si “¡Dios llama!” se aplica a usted en lo personal? ¿Es
usted un verdadero cristiano? Las siguientes preguntas le ayudarán a
reflexionar y encontrar la respuesta:
¿He aceptado a Jesucristo como mi Salvador personal (Salvador de la
pena de muerte que merece el pecado—quebrantar la ley de Dios)?
¿Entiendo la Biblia cuando la estudio?
¿Escucha y responde Dios mis oraciones?
¿Soy consciente de que mi tendencia natural es hacer lo contrario a
la ley de Dios?
¿Aprecio las normas de vida que Dios me da a través de sus leyes en
lugar de molestarme con Él por ponerme reglas?
¿Reconozco que debo vivir según las leyes de Dios ya que Jesucristo
se sacrificó por mis pecados?
¿Llevo a la acción el conocimiento que adquiero al estudiar la
Biblia?
¿Me esfuerzo por obedecer a Dios en cada aspecto de mi vida a medida
que entiendo cómo quiere Él que viva?
¿He descubierto que, mientras más aprendo y pongo en práctica las
verdades bíblicas, más deseo seguir aprendiendo?
Esta necesidad de cambiar nuestra manera de vivir a menudo comienza
con el descubrimiento de algún aspecto de la grandiosa verdad de Dios en las
Escrituras. Como explica el apóstol Pablo, Dios escoge “desde el principio para
salvación, mediante la santificación [ser apartados] por el Espíritu y
la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para
alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 2:13-14).
Quien está siendo llamado por Dios descubrirá que, en algún
momento, llegará a entender un pasaje de la Biblia que nunca antes había podido
entender.
Usted puede saber si Dios lo está llamando
Si usted comprende las enseñanzas de la Biblia y siente la
necesidad de cambiar su manera de vivir, Dios está empezando a trabajar con
usted. Si entiende cuán necesario es obedecer los mandamientos de Dios y es
consciente de lo difícil que es esto para usted, Dios está trabajando con su
mente. Dios está trayéndolo—llamándolo—a Jesucristo y su camino de vida; le
está mostrando que usted también necesita arrepentirse, tal como lo hicieron
quienes escucharon la instrucción de Pedro (Hechos 2:37-38).
Pero, cuando Dios decide llamar a alguien, no lo hace con la
intención de anular su libre albedrío; Él nunca nos obliga a actuar en contra
de nuestra voluntad. Depende de usted responder o no a ese llamado, la
invitación de Dios a ser parte de los “primeros frutos”—las primeras personas
que serán transformados a seres espirituales y entrarán en su reino. Si decide
no responder, Dios eventualmente dejará de trabajar con usted al menos por
ahora. Pero, si responde, Dios le dará aún más entendimiento y usted comenzará
a construir una firme relación personal con Él.
La salvación: más que “entregar el corazón a Dios” momentáneamente
Como dijimos arriba, la conversión es mucho más que una reacción
emocional pasajera a la Palabra de Dios. En realidad, es un proceso que
requiere de tiempo, oración, estudio, esfuerzo, cambio y más. ¡Pero cada paso
de este proceso es muy gratificante! Si bien es cierto que sus acciones no
pueden salvarlo, tal como el proceso de crecimiento de una planta no es lo que le
da la vida (en referencia a la parábola del Jesucristo), este proceso de
crecimiento sigue siendo necesario. De otra manera, la planta no producirá
fruto o, en este caso, no obtendremos la salvación.
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