sábado, 29 de febrero de 2020

¡Dios llama!




“Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22:14). Pero, ¿llamados y escogidos para qué? ¿Qué es exactamente el llamamiento de Dios? ¿Está usted seguro de ser uno de los llamados?
¿Se imagina ver en su identificador de llamadas “Dios llamando” cuando el teléfono suena? Obviamente, el llamamiento de Dios es mucho más sutil que esto; pero es así de real. En Juan 6:44, Jesús dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere [llamare o enviare]; y yo le resucitaré en el día postrero” (vea también el versículo 65). En otras palabras, nadie puede ir a Él—convertirse en un cristiano verdadero—si antes no es llamado por el Padre.
Sin duda, las enseñanzas de Cristo eran muy impactantes; tanto así que, al oír esto, muchos de aus discípulos se sintieron ofendidos y dejaron de seguirle, como relata el apóstol Juan (v. 66). El llamamiento de Dios es un proceso a través del cual el Padre trae (o llama) a una persona; esto significa abrirle la mente a su verdad espiritual y, literalmente, invitarlo a ser salvo.
Pero existe mucha confusión sobre qué es la salvación exactamente, así que describámosla en términos simples. Físicamente hablando, ser salvado es ser rescatado, usualmente de la muerte; una persona que saca a otra de un edificio en llamas la ha “salvado” de una muerte terrible. Similarmente, la salvación espiritual es el rescate de una persona de la muerte eterna, o muerte espiritual. La diferencia es que, cuando una persona muere espiritualmente, es imposible que vuelva a la vida—ha dejado de existir por completo. Pero, quien alcance esta salvación será transformado a ser espiritual y eterno cuando Cristo regrese, así haya muerto físicamente.
La Biblia nos dice que no todos son llamados ahora
Dios no está llamando a todo el mundo a la salvación en este tiempo. Uno de los pasajes bíblicos que revela esto claramente es Mateo 13:3-9, donde Cristo relata la parábola del sembrador: “He aquí, el sembrador [agricultor] salió a sembrar [plantar semillas]. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
“Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír [quien pueda entender], oiga”.
¿Entiende usted lo que Jesús quiso decir?
Jesús explica la parábola
En esta parábola—o relato con moraleja espiritual—, el agricultor plantando las semillas representa a Jesucristo y a su iglesia y el trabajo que realizan; la semilla es el evangelio del reino de Dios. Veamos cómo Jesucristo explicó esta historia: “Oíd [entended], pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
“Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
“El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno” (Mateo 13:18-23).
Tal como sucedió en la historia, el “llamamiento de Dios” ocurre cuando Él abre la mente de una persona para que pueda entender las buenas noticias de su futuro reino. Y este conocimiento de su reino implica conocer a su Rey (Jesucristo), el territorio donde será establecido (la tierra), su constitución (la ley de Dios) y a sus pobladores (quienes serán gobernados por Cristo y los santos). Le invitamos a descubrir más detalles sobre este tema en nuestra sección “El reino de Dios”.
“Muchos son llamados, y pocos escogidos”
Pero no todos los que oyeron esta parábola [enseñanza] comprendieron lo que Jesús intentaba decirles. Si bien toda la multitud escuchó exactamente las mismas palabras, no todos reaccionaron de la misma manera al mensaje de Cristo. Algunos simplemente no “oyeron” el llamado; otros sí lo oyeron, pero decidieron no responder.
La semilla sólo da fruto en aquellas personas a quienes Dios está llamando y deciden seguir su camino de vida. Pero debemos recordar que, según su plan de salvación para la humanidad, Dios no abrirá la mente de todos al mismo tiempo. Es esto lo que Jesucristo intentaba explicar a sus discípulos con la parábola del sembrador (Mateo 13:11-17).
Analicemos ahora otro ejemplo bíblico donde leemos acerca de que algunos serán llamados antes que el resto del mundo.
Algo de crucial importancia
El libro de Hechos es otro lugar donde Dios nos revela que no está llamando a todos en este tiempo. En una Fiesta de Pentecostés, el día en que Dios dió su Espíritu a la Iglesia, Pedro dio un impactante sermón después del cual muchos de sus oyentes comprendieron que Cristo se había sacrificado (había muerto) por el perdón de sus pecados. Sintiéndose muy acongojados y arrepentidos, “se compungieron de corazón [se sintieron arrepentidos], y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37).
Esto es algo de crucial importancia: el verdadero arrepentimiento implica llevar lo aprendido a la acción; la conversión es mucho más que una mera reacción emocional.
Es por esto que Pedro les respondió: “Arrepentíos [cambien su forma de vida], y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (vv. 38-19, énfasis añadido).
Detengámonos en la última frase, “para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. ¿Acaso todas las personas que escucharon el mensaje de Pablo respondieron activamente arrepintiéndose y bautizándose? No; sólo “los que recibieron su palabra fueron bautizados” (v. 41). En verdad, , Dios añadió cerca de 3.000 miembros a su Iglesia ese día, pero hubo muchos otros que escucharon el llamado y decidieron no atender.
Pocos escogidos
¿Le parece extraño que Dios sólo esté llamando a unos pocos por ahora? Pues no debería; ésta es una verdad que seguramente ha leído muchas veces, ¡aunque probablemente no se haya dado cuenta! Sin duda el término “los escogidos” le sonará familiar. ¿Alguna vez ha pensado con detenimiento en su significado? Una elección implica escoger a ciertas personas para realizar un trabajo u oficio, y el resultado obvio de esta es que, mientras algunos serán escogidos, otros no lo serán. Pues bien, el significado bíblico de “escogidos” es bastante similar—con la diferencia de que tiene una connotación espiritual. Sólo algunas personas escuchan el llamado de Dios durante su vida. Quienes lo escuchan y deciden arrepentirse, son escogidos por Dios para recibir el Espíritu Santo en este tiempo.
¡Pero, esto no significa que el resto del mundo esté perdido! Dios está trabajando de acuerdo a un plan cuidadosamente diseñado, según el cual la gran mayoría de los seres humanos que han existido a través de la historia serán llamados y salvados de la muerte eterna si deciden atender al llamado de Dios. ¡El plan de Dios no consiste en dar vida eterna a quienes hicieron lo mejor que pudieron según el credo que eligieron profesar! ¿Cuándo, dónde, cómo y por qué llegará la salvación para todos? Le invitamos a leer nuestro artículo “Las resurrecciones: ¿Qué son?” para conocer la respuesta.
¿Está usted siendo llamado?
¿Cómo saber si “¡Dios llama!” se aplica a usted en lo personal? ¿Es usted un verdadero cristiano? Las siguientes preguntas le ayudarán a reflexionar y encontrar la respuesta:
¿He aceptado a Jesucristo como mi Salvador personal (Salvador de la pena de muerte que merece el pecado—quebrantar la ley de Dios)?
¿Entiendo la Biblia cuando la estudio?
¿Escucha y responde Dios mis oraciones?
¿Soy consciente de que mi tendencia natural es hacer lo contrario a la ley de Dios?
¿Aprecio las normas de vida que Dios me da a través de sus leyes en lugar de molestarme con Él por ponerme reglas?
¿Reconozco que debo vivir según las leyes de Dios ya que Jesucristo se sacrificó por mis pecados?
¿Llevo a la acción el conocimiento que adquiero al estudiar la Biblia?
¿Me esfuerzo por obedecer a Dios en cada aspecto de mi vida a medida que entiendo cómo quiere Él que viva?
¿He descubierto que, mientras más aprendo y pongo en práctica las verdades bíblicas, más deseo seguir aprendiendo?
Esta necesidad de cambiar nuestra manera de vivir a menudo comienza con el descubrimiento de algún aspecto de la grandiosa verdad de Dios en las Escrituras. Como explica el apóstol Pablo, Dios escoge “desde el principio para salvación, mediante la santificación [ser apartados] por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 2:13-14).
Quien está siendo llamado por Dios descubrirá que, en algún momento, llegará a entender un pasaje de la Biblia que nunca antes había podido entender.
Usted puede saber si Dios lo está llamando
Si usted comprende las enseñanzas de la Biblia y siente la necesidad de cambiar su manera de vivir, Dios está empezando a trabajar con usted. Si entiende cuán necesario es obedecer los mandamientos de Dios y es consciente de lo difícil que es esto para usted, Dios está trabajando con su mente. Dios está trayéndolo—llamándolo—a Jesucristo y su camino de vida; le está mostrando que usted también necesita arrepentirse, tal como lo hicieron quienes escucharon la instrucción de Pedro (Hechos 2:37-38).
Pero, cuando Dios decide llamar a alguien, no lo hace con la intención de anular su libre albedrío; Él nunca nos obliga a actuar en contra de nuestra voluntad. Depende de usted responder o no a ese llamado, la invitación de Dios a ser parte de los “primeros frutos”—las primeras personas que serán transformados a seres espirituales y entrarán en su reino. Si decide no responder, Dios eventualmente dejará de trabajar con usted al menos por ahora. Pero, si responde, Dios le dará aún más entendimiento y usted comenzará a construir una firme relación personal con Él.
La salvación: más que “entregar el corazón a Dios” momentáneamente
Como dijimos arriba, la conversión es mucho más que una reacción emocional pasajera a la Palabra de Dios. En realidad, es un proceso que requiere de tiempo, oración, estudio, esfuerzo, cambio y más. ¡Pero cada paso de este proceso es muy gratificante! Si bien es cierto que sus acciones no pueden salvarlo, tal como el proceso de crecimiento de una planta no es lo que le da la vida (en referencia a la parábola del Jesucristo), este proceso de crecimiento sigue siendo necesario. De otra manera, la planta no producirá fruto o, en este caso, no obtendremos la salvación.

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