Babilonia fue un reino poderoso y temible. Hoy, su antigua
capital no es más que un montón de escombros. ¿Qué representa la
Babilonia profética?
Babel (en hebreo) o Babilonia (en griego) fue una de las
ciudades del reino que Nimrod estableció en los comienzos de la historia humana
(Génesis 10:10). Algunos piensan que fue ahí donde se originó la vida humana, y
las Escrituras revelan que fue el lugar donde una de las primeras
civilizaciones intentó construir una torre que llegara al cielo (Génesis
11:1-4).
Cuando esto sucedió, Dios decidió confundir el lenguaje
humano para impedir que la torre fuese terminada. Dado que “Babel” significa
“confusión”, fue un nombre apropiado para la ciudad que había desobedecido a
Dios y que luego llegó a ser la capital del imperio con el mismo nombre. Y,
debido a tal desobediencia, Babilonia también se convirtió en el símbolo
bíblico de todo tipo de idolatría.
Aproximadamente 1.500 años después de la fundación de
Babilonia, Dios reveló el futuro de esta ciudad a través del profeta Isaías,
quien escribe: “Cayó, cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses
quebrantó en tierra” (Isaías 21:9).
El reino de Babilonia fue destruido en el año 539 a.C., 200
años después de la muerte de Isaías. Y la ciudad de Babilonia asolada durante
la invasión islámica del año 650 d.C.
Sin embargo, la profecía de Isaías era dual; no sólo se
refería a la antigua Babilonia, sino también a una segunda Babilonia, la del
libro de Apocalipsis (Apocalipsis 14:8; 18:2).
La segunda Babilonia
Apocalipsis nos habla de una Babilonia muy diferente a la
descrita en el Antiguo Testamento. Si bien esta segunda Babilonia también
representa un reino poderoso, además se describe como una mujer sentada sobre
una bestia.
En Apocalipsis 17:3, 5, Juan relata su visión diciendo: “me
llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia
escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez
cuernos…y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA
MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”.
Pero el significado de esta Babilonia sólo lo tendremos
claro cuando hayamos comprendido el simbolismo utilizado en el libro de
Apocalipsis. ¿Qué representan la “mujer”, la “bestia”, “las siete cabezas y
diez cuernos” y “Babilonia la grande”? La verdad es que existen muchas ideas y
opiniones divergentes con respecto a este tema. Y una de las razones de tanta
incertidumbre es que la mayoría de personas intenta interpretar estos símbolos
según su propio criterio, lo cual a menudo conduce al error.
La Biblia se interpreta a sí misma
En primer lugar, debemos comprender que la Biblia siempre
nos revelará el significado de los símbolos que utiliza; nunca tendremos que
adivinarlo por nosotros mismos. En este caso, dado que Pablo describe a la
Iglesia que será presentada ante Cristo como “una virgen pura” (2 Corintios
11:2) y Jesús describe a su novia o esposa como una mujer (Apocalipsis 19:7),
es evidente que el símbolo bíblico de la “mujer” se refiere a una iglesia—un
grupo de personas.
Entonces, la mujer de Apocalipsis 17 representa a una
iglesia. Pero, en Apocalipsis 17:6, Juan escribe que la mujer de su visión está
“ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y
cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro”. Por lo tanto, esta mujer,
llamada Babilonia la Grande, no es la iglesia que Jesucristo estableció, sino
una iglesia apóstata que ha martirizado a muchos de los seguidores de Jesús.
Finalmente, la misma mujer es identificada en Apocalipsis 17:18
como “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”. Y, tanto en los
tiempos de Juan como en los siglos siguientes, la única iglesia que ha
conformado una ciudad y reinado sobre los reyes de la tierra es la Iglesia
Católica, cuya sede se ubica en Roma.
Además, el Adam Clarke Commentary [Comentario
bíblico de Adam Clarke] añade: “Como ha sido demostrado, la mujer sentada sobre
la bestia de siete cabezas representa a la iglesia latina [romana]. La prueba
más contundente es que aquí se describe como una ciudad, que es un símbolo
mucho más claro de una iglesia, pues esta palabra es utilizada en tantas
Escrituras con el mismo significado que no podríamos confundirnos” (comentarios
sobre Apocalipsis 17:18).
¿Qué representan las bestias?
La Biblia también nos habla de una bestia escarlata sobre la
cual se sienta la mujer (Apocalipsis 17:3). Como leemos en Apocalipsis 13:2,
esta bestia es “semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como
boca de león. Y el dragón [Satanás; Apocalipsis 12:9] le dio su poder y su
trono, y grande autoridad”.
Esta bestia escarlata no representa a una iglesia, sino al
gobierno civil del Imperio romano.
Apocalipsis 13:3-4 nos dice que la bestia fue “herida de
muerte” y luego “su herida mortal fue sanada”. Y, similarmente, el Imperio
romano fue invadido y derrocado en el año 476 d.C., para posteriormente ser
restaurado. Los diez cuernos que la bestia posee (Apocalipsis 13:1) representan
diez resurrecciones del Imperio Romano. La primera de ellas se llevó a cabo los
pueblos bárbaros llamados vándalos (429-533), hérulos (476-493) y ostrogodos
(493-554).
Luego, la segunda resurrección tuvo lugar en el año 554,
cuando Justiniano, emperador de Bizancio (Imperio Romano de Oriente), recobró
las provincias occidentales y logró la “restauración del Imperio”. Las
resurrecciones subsiguientes fueron lideradas por Carlo Magno (800 d.C.), Otto
el Grande (962 d.C.), Carlos V el Grande (1520 d.C.) y Napoleón (1805 d.C.), a
quienes los respectivos papas católicos otorgaron el título de Emperador del
Sacro Imperio Romano Germánico. Y la más reciente de las resurrecciones del
Imperio Romano fue la unificación de Italia llevada a cabo por Garibaldi (1870
a 1945 d.C.).
Pero, ¿cómo es que el Imperio Romano recibió el título de
“sacro”? La respuesta está en Apocalipsis 13:11-12, donde leemos sobre
una segunda bestia “que subía de la tierra; y tenía dos cuernos
semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la
autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los
moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada”.
Esta segunda bestia es la mujer (iglesia) de Apocalipsis 17,
Babilonia la Grande, que se disfraza de cordero para asemejarse a Jesucristo
pero a la vez habla “como dragón”—Satanás. Y es esta bestia quien, a través de
su cabeza, el papa, ha coronado a los distintos líderes como emperadores del
Sacro Imperio Romano.
Dos bestias profetizadas por Daniel
Pero, en realidad, la profecía de esta unión entre iglesia y
estado no comienza en Apocalipsis, sino en el capítulo 7 del libro de Daniel.
Los primeros seis versículos de Daniel 7 describen el sueño que este profeta
tuvo en relación con los tres primeros grandes imperios del mundo antiguo:
Babilonia, representada por el león, Persia, por el oso, y Grecia, por el
leopardo.
Luego Daniel escribe: “Después de esto miraba yo en las
visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en
gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y
desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas
las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos” (v. 7).
Como la historia ha mostrado, esta cuarta bestia con dientes
de hierro representa al Imperio Romano (compare con el sueño de Nabucodonosor
de Daniel 2:40).
En el versículo 8, el profeta continúa: “Mientras yo
contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos…y he
aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes
cosas”. Este cuerno pequeño acompaña a la bestia y a sus diez reyes, que “de
aquel reino se levantarán” (v. 24). Y, como leemos en el versículo 21: “hacía
guerra contra los santos, y los vencía”, al igual que la mujer de Apocalipsis
17:6—Babilonia la Grande.
En otras palabras, tanto el “cuerno pequeño” de Daniel 7
como la segunda bestia de Apocalipsis 13 y la mujer de Apocalipsis 17
representan a la misma Babilonia del Nuevo Testamento: la Iglesia Católica.
¿Qué hará Babilonia la Grande en el futuro?
Hasta ahora hemos hablado brevemente sobre las profecías de
Babilonia que se han cumplido en los últimos 2.000 años y hemos mencionado a
grandes rasgos lo que hará esta bestia profética en el futuro. Pero, ¿qué más
nos dice la Biblia acerca del futuro de esta iglesia apóstata llamada Babilonia
la Grande?
En Mateo 24:21, describiendo los eventos previos a su
regreso, Jesucristo reveló que “habrá entonces gran tribulación, cual no la ha
habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. Y luego nos
advierte sobre el gran engaño religioso de falsos profetas, que “engañarán, si
fuere posible, aun a los escogidos” (vv. 23-24).
Más adelante, en su carta a la Iglesia de Tesalónica, el
apóstol Pablo explica la manera en que se manifestará este engaño: “Nadie os
engañe en ninguna manera; porque no vendrá [Jesucristo] sin que antes venga la
apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual
se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto;
tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”
(2 Tesalonicenses 2:3-4). Este pasaje claramente nos remite al título de
“vicario de Cristo” que los papas católicos se han adjudicado diciendo tener la
autoridad de “tomar el lugar de Jesucristo”.
Según el Comentario bíblico de Adam Clarke, el “hombre
de pecado” de 2 Tesalonicenses 2:4 “tiene el rango y la autoridad más altos de
la iglesia cristiana, actúa como si fuera Dios—se atribuye los títulos y
características de Dios y asume la autoridad que solo le pertenece al Altísimo”
(comentarios sobre 2 Tesalonicenses 2:4). Como Dios ha revelado, este individuo
y el sistema religioso que lidera engañarán a muchas personas antes de que
Jesucristo regrese a la tierra.
Sin embargo, Babilonia la Grande—con todo su sistema basado
Roma y su último papa, el falso profeta (Apocalipsis 19:20)—será destruida
fulminantemente cuando Jesucristo regrese a la tierra. De hecho, “la gran
ciudad” será destruida “en un solo día” y “en una hora” (Apocalipsis 18: 2, 8,
10, 17, 19, 21), y Dios la hará responsable por el martirio de los verdaderos
siervos de Jesucristo (vv. 20, 24).
Dios ha sentenciado a la Gran Babilonia una pena muy severa
por haberse rebelado contra Él y tratado a su pueblo cruelmente. Como explica
Albert Barnes, “la imagen evoca destrucción absoluta; la implicación es que la
Babilonia espiritual—Roma papal—será reducida al mismo estado de desolación que
la Babilonia literal” (Notes on the Bible [Notas de la Biblia],
Apocalipsis 18:2).
Advertencia final
Además de anunciar el fin de Babilonia, las Escrituras nos
exhortan a actuar antes de que sea demasiado tarde diciendo: “Salid de ella,
pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de
sus plagas” (Apocalipsis 18:4).
Ésta es una advertencia que todos deberíamos escuchar, pues
seguramente no querríamos compartir los pecados de la Babilonia moderna ni
recibir su castigo. Si desea saber más sobre las profecías del falso líder
religioso que surgirá en los tiempos del fin, le invitamos a leer nuestro
artículo sobre “El anticristo”.
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