Jesús
nos dio las claves para la verdadera felicidad conocidas como las
Bienaventuranzas en su Sermón del Monte ¿Cuáles son las ocho bienaventuranzas y
cómo pueden ayudarnos a experimentar una felicidad duradera y un gozo real en
nuestra vida?
¿Qué
son las Bienaventuranzas?
Jesús
comenzó su Sermón del Monte con una lista de ocho rasgos espirituales que lo
van a guiar a la verdadera felicidad. Éstas son:
Bienaventurados
los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados
los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados
los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados
los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados
los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados
los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el
reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os
persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. (Mateo 5:4-11).
Estos
rasgos espirituales de carácter se conocen como
las Bienaventuranzas, del latín feliz o bienaventurado, ya que cada
uno de estos versículos comienza con la palabra bienaventurado (Mateo
5:3-11). La palabra griega makarios, que se traduce como bendecido,
significa ser “supremamente bienaventurado, por extensión, afortunado,
inmensamente bendecido, feliz, (más feliz)” (Strong´s Exhaustive Concordance, #3107)
[Concordancia exhaustiva de Strong].
Después
de cada rasgo espiritual, Jesucristo menciona el resultado que iba a producir
—la bendición que iba a traer. Muchos de ellos pueden parecer contradictorios a
primera vista. ¿Cómo puede alguien que está de luto o que está siendo
perseguido ser bendecido o feliz? Démosle un vistazo más profundo.
¿Cómo
podemos alcanzar la verdadera felicidad?
La
persona promedio que vive en una nación desarrollada disfruta hoy en día de un
nivel de comodidad y seguridad desconocidos para aquellos que vivieron en
siglos anteriores. En comparación con las personas que viven en los países más
pobres, las personas que viven en las naciones más ricas tienen acceso a una
gran cantidad de recursos, servicios públicos, oportunidades, comodidades y
servicios.
Pero,
¿trae la prosperidad paz y felicidad que perduren? Los sentimientos de
frustración, vacío e insatisfacción son muy fuertes en el mundo. ¿Por qué la
gente que tiene tanto se siente tan descontenta?
Junto
con la búsqueda de la felicidad, la gente quiere una vida pacífica. La búsqueda
de la paz, la felicidad y el bienestar fomenta el sentimiento de autoayuda.
Muchas personas han sido ayudadas añadiendo ejercicio, relajación y pensamiento
positivo a sus vidas. Otros han encontrado excitación o alivio temporal en los
estimulantes y los depresores. Pero ni la autoayuda ni las drogas y el alcohol
nos pueden dar el acceso a la fuente de la verdadera felicidad.
El
componente espiritual para la felicidad que pasamos por alto
Hay
un componente espiritual en la felicidad que ha sido ignorado por
muchas personas. Nuestro Creador nos dió un libro de instrucciones para la
vida, la Santa Biblia. Aquí Dios explica la dimensión que falta en el
conocimiento humano: el elemento espiritual.
Jesús
fundó la Iglesia del Nuevo Testamento sobre sí mismo y sobre la Biblia —la
Palabra de Dios. Su enseñanza es una religión de amor y de ley. Tiene un
componente espiritual, el Espíritu Santo, que es la presencia y el poder de
Dios.
El
cristianismo incluye las emociones, como el amor, el gozo y la preocupación por
los demás. E incluye unas reglas, la ley de Dios, tal como la explican Cristo y
los apóstoles. En la Biblia encontramos que la meta final del cristianismo no
es la felicidad temporal. ¡Es algo más grande!
La
meta de un individuo cristiano es la transformación (conversión) de la mente
—para llegar a ser una nueva creación que piensa y vive de la misma manera que
Jesucristo lo hizo. Jesús explicó los rasgos espirituales del carácter que
producen un estado de gozo que perdura de forma independiente, y a pesar de las
circunstancias.La meta de un individuo cristiano es
la transformación (conversión) de la mente —para llegar a ser una
nueva creación que piensa y vive de la misma manera que Jesucristo lo hizo.
Jesús explicó los rasgos espirituales del carácter que producen un estado de
gozo que perdura de forma independiente, y a pesar de las circunstancias.
Las
Bienaventuranzas y el verdadero camino hacia la felicidad
Analicemos
la primera Bienaventuranza. Un sentimiento de suficiencia y autoestima no es
necesario para experimentar la felicidad que Jesucristo describe. Jesús dijo
que los “pobres de espíritu” son bienaventurados porque “de ellos es el reino
de los cielos” (Mateo 5,3). ¿Por qué aquellos que son humildes y no son
prepotentes encuentran la felicidad que a menudo elude a los ricos y a los de
alta autoestima?
Aquellos
que son pobres en espíritu no tienen ilusiones de orgullo y arrogancia.
Reconocen sus errores personales y su fragilidad humana. Se relacionan con Dios
como seres dependientes, lo ven como la fuente de todas las cosas. Ponen su
confianza en Dios, no en sí mismos ni en los demás. Esa confianza será
bendecida, y encontrarán el cumplimiento final sirviendo con Cristo en su
Reino.
¿Qué
hay de la segunda bienaventuranza? Para los que lloran, Jesús dice que serán
consolados. (Según Barnes’ Notes on the Bible [Las notas bíblicas de
Barnes]: “Esto puede tener dos significados: o bien, que son bienaventurados
los que están afligidos por la pérdida de amigos o posesiones, o bien, que son
bienaventurados los que lloran por el pecado”). Dios es el “Dios de todo
consuelo”, y promete que algún día toda tristeza será borrada (2 Corintios 1:3;
Apocalipsis 21:4).
Y
así continúa con todas las bienaventuranzas. Aquellos que son mansos (humildes)
heredarán la Tierra. Los que tienen hambre de justicia serán saciados. Los que
son misericordiosos obtendrán misericordia. Aquellos que son puros de corazón
verán a Dios. Aquellos que son pacificadores serán llamados hijos de Dios.
La
fuente del verdadero poder espiritual
Ninguno
de nosotros puede llenar el vacío y el descontento que se manifiesta como
infelicidad. Ese vacío es el lugar que Dios va a llenar, y no podemos
reemplazarlo con otra cosa, al menos por un tiempo. No podemos generar una
felicidad que prevalece ni podemos encontrarla en alguna circunstancia externa.
Debemos reconocer que el Creador es la fuente de todas las cosas buenas e ir a
Él.
Aquellos
que se acercan a Dios con humildad y arrepentimiento comienzan un viaje al
Reino de Dios y a la vida eterna. Aprenden el camino de vida de Dios: “Más
bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
Tener
los rasgos espirituales de carácter descritos en las Bienaventuranzas nos va a
permitir experimentar la bienaventuranza y la felicidad ahora y para siempre.
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