lunes, 25 de mayo de 2020

El tiempo de Dios es perfecto



Intelectualmente podemos saber que el tiempo de Dios es perfecto, pero cuando Él nos hace esperar, o cuando sentimos que no nos está ayudando en nuestras dificultades, es posible que dudemos. Sin embargo, la Biblia muestra que Dios es el maestro del tiempo y actúa justo en el momento oportuno —¡todo lo que Dios hace es para nuestro bien!

Veamos algunos de los acontecimientos más dramáticos de la historia:

Los hijos de Israel tenían miedo ante el poderoso ejército egipcio cuando estaban atrapados junto al mar, ¡cuando de repente el mar se abrió, lo que les dio una vía de escape!

Los israelitas estaban indecisos entre los profetas de Baal y el verdadero Dios, ¡pero Elías oró y el fuego del cielo incineró la ofrenda empapada en agua, la madera e incluso las piedras del altar!

Daniel fue sorprendido orando fielmente al Dios verdadero sin importarle las consecuencias de la nueva ley impuesta por los medos y persas. Como castigo Daniel fue arrojado a la guarida de leones voraces, ¡pero Dios envió a un ángel para cerrar la boca de los leones!

Inmediatamente después de haber negado a Cristo por tercera vez, Pedro oyó el canto del gallo, ¡tal como Jesús lo había predicho!

El tiempo de Dios y nuestra fe

Dios es eterno. Dios existe fuera del tiempo porque Él lo creó, y no está limitado por este. Esto es algo que todavía nos cuesta entender con nuestra mente limitada por el tiempo.

Sin embargo, Dios es un maestro del tiempo. Incluso se podría decir que es el maestro del tiempo melodramático a veces esperando hasta el último minuto. Pero esto lo hace por nuestro bien para que crezcamos en fe. El tiempo de Dios nos permite practicar la fe, y nos da un fundamento para fortalecerla.

El tiempo de Dios demuestra su paciencia

Cuando el apóstol Pedro predijo que en los postreros días la gente se burlaría y diría que Jesús nunca iba a regresar, también nos ayudó a entender mejor acerca de los tiempos de Dios y su paciencia. Pedro explicó: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8).

Dios puede manejar el tiempo de la forma en que sea necesario con el fin de cumplir su propósito. Y su propósito es siempre para el bien de todos. Pedro continuó: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (v. 9).

Dios tiene un plan que muy pocas personas entienden y desea dar a cada persona una oportunidad completa y verdadera de arrepentirse y ser salvo.

Dios no juzga nada prematuramente, y tampoco quiere que nosotros lo hagamos. Así lo explicó el apóstol Pablo:

“Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4:5).

En el momento justo Jesucristo regresará. Y en el momento justo, cada uno será juzgado.

Justo a tiempo y en el momento perfecto

Hay muchas películas de acción que muestran desesperadamente la cuenta regresiva hasta que una bomba explote, o que el oxígeno está a punto de acabarse, o que un asteroide va a destruir el planeta. Los héroes de estas películas siempre deben ingeniárselas exactamente para resolver la compleja situación en que se encuentran, ¡y sólo tienen centésimas de segundo para hacerlo!

¡En este momento Dios está optimizando y ayudando a más de siete mil millones de personas y billones de factores! Todos estos se entremezclan de las maneras más complejas e inimaginables, sin embargo, Dios va a proporcionar el mejor desenlace posible para todos los involucrados.

Ahora imagine que usted tiene millones de factores que considerar. ¡En este momento Dios está optimizando y ayudando a más de siete mil millones de personas y billones de factores! Todos estos se entremezclan de las maneras más complejas e inimaginables, sin embargo, Dios va a proporcionar el mejor desenlace posible para todos los involucrados.

Aun así, esta vida puede ser una travesía difícil para todos nosotros.

Nuestro razonamiento humano acerca del tiempo de Dios

Durante esta vida, podemos perder de vista la guía y ayuda que la mano de Dios nos ofrece. Podemos sentirnos abandonados por Dios y pensar que no le interesamos.

Consideremos el lamento del rey David: “¿Hasta cuándo, Eterno? ¿Me olvidarás para siempre?

¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?” (Salmos 13:1).

Cuando pasamos por pruebas, podemos sentirnos frágiles y le rogamos a Dios desesperadamente como lo hizo David: “Tiempo es de actuar, oh Eterno, Porque han invalidado tu ley” (Salmos 119:126).

Nuestro Dios misericordioso entiende nuestra impaciencia y cuán fugaz es nuestra vida. Pero Él nos da respuestas y nos enseña acerca de sus tiempos y por qué humanamente hablando pareciera que se está retrasando.

La respuesta de Dios

Cuando nos preguntemos impacientemente por qué Dios no actúa y por qué no responde inmediatamente a nuestras oraciones, Dios responde pacientemente. Nos asegura que Él nunca se cansa y es todopoderoso para ayudarnos. Sus innumerables razones pueden estar más allá de nuestra comprensión en este momento, pero podemos estar seguros de que sus decisiones para nosotros son perfectas a largo plazo y para la eternidad. Por medio del profeta Isaías Dios nos recuerda:

“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Dios, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan al Eterno tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:28-31, énfasis añadido).

Cuando nos esforzamos más en ver las cosas desde la perspectiva de Dios entonces recibimos su fortaleza, lo que nos ayuda a comprender su voluntad de una mejor manera y hacer lo que es agradable delante de Él.

“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (Hebreos 10:35-37).

Cuando hacemos la voluntad de Dios, cuando lo amamos y procuramos cumplir su propósito, podemos tener absoluta confianza de que todo saldrá bien al final.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

Este principio se aplica en nuestras vidas individuales, así como a escala global.

La cronología de la profecía de Dios

Dios nos da un resumen general de lo que está haciendo y cómo planea salvar a este mundo, y también como va a ofrecer salvación a todos los que han vivido.Dios nos da un resumen general de lo que está haciendo y cómo planea salvar a este mundo, y también como va a ofrecer salvación a todos los que han vivido. El marco cronológico se puede entender cuando comparamos las profecías de la Biblia con las siete fiestas anuales de la Biblia.

El apóstol Pablo mostró claramente que la Pascua anual refleja el sacrificio de Cristo, el Cordero de Dios, para hacer posible que los seres humanos sean salvos (1 Corintios 5:7). Éste es el punto de partida del plan de salvación de Dios. También es ampliamente reconocido que la fiesta anual de Pentecostés refleja el comienzo de la Iglesia de Dios (Hechos 2:1, 41, 47).

Lo que no podemos saber acerca de los tiempos de Dios

Dios nos ha dado muchas respuestas que explican su plan de ofrecer salvación a toda la humanidad, pero Él no nos ha dado una cronología exacta o definitiva que nos muestre exactamente cuándo va a regresar Jesucristo.

De hecho, considere lo que Jesús dijo después de que sus discípulos preguntaron: “¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Jesús les dijo a ellos y a nosotros hoy en día: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (v. 36).

Incluso en nuestra propia vida, no siempre podemos saber cuándo Dios actuará o contestará nuestras oraciones. Al igual que Job, no podemos ver lo que está pasando entre bastidores. Al igual que Ester, tal vez no podemos saber si Dios tiene un propósito específico para la situación particular en la que nos encontramos “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Ester 4:14).

Pero sabemos que Dios tiene nuestro mejor interés en mente, y que siempre intervendrá en el mejor momento. Pero eso todavía nos puede parecer mucho tiempo. Entonces, ¿qué debemos hacer mientras esperamos el momento perfecto de Dios?

¿Qué debemos hacer?

Dios nos dice que el juicio ha comenzado en la casa de Dios, aquellos que ahora son llamados a la Iglesia de Dios (1 Pedro 4:17). Un juicio involucra también un tiempo de evaluación, no sólo una sentencia final. Así que mientras estamos siendo probados, debemos hacer el mejor uso de nuestro tiempo.

“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:15-16).

Pablo también dijo: “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:11-14).

Es necesario que en todo momento nos arrepintamos y obedezcamos a Dios, especialmente en estos tiempos del fin. Siempre debemos confiar en que Dios va a llevar a cabo su plan para el bien de todos. Siempre es tiempo de vivir y crecer en fe.

A medida que aumenta nuestra fe, podemos decir juntamente con Pablo: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).

¿Por qué no tomar la decisión ahora?

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