¿Hay evidencia inherente de la existencia de Dios en el universo, el sistema solar, la tierra y el cuerpo humano? ¿Hay marcas del diseño inteligente a nuestro alrededor?
Veamos la increíble complejidad y precisión que existe y veamos si esto demuestra la labor del azar o un diseño inteligente.
¿Qué es el diseño inteligente?
El diseño inteligente (DI) es “la teoría de que la vida o el universo no pueden surgir al azar y fueron diseñadas y creadas por alguna entidad inteligente” (intelligentdesign.org).
La idea detrás del diseño inteligente es sencilla. Veamos toda la evidencia disponible y veamos si esa evidencia nos conduce a la conclusión de que el azar ciego fue el principio organizativo de la vida y el universo o si la precisión, complejidad y el equilibrio intrincado que vemos es una evidencia real de un diseño planeado y genuino. DI dice que es altamente improbable que el origen de todo sea el azar.
La perspectiva evolucionista del “diseño aparente”
Los evolucionistas tienen una perspectiva diferente. Richard Dawkins, profesor de zoología en la Universidad de Oxford, explica su punto de vista con respecto a los orígenes humanos: “La selección natural, el proceso automático, ciego, inconsciente que Darwin descubrió, y que nosotros ahora sabemos es la explicación de la existencia y una forma aparentemente con propósito de toda la vida, no tenía ningún propósito en mente. No tenía mente y no tenía ojos en la mente. No planea para el futuro. No tiene visión, ni anticipación, ninguna vista. Si pudiéramos decir que jugaba el papel de un relojero en la naturaleza, es el de un relojero ciego” (El relojero ciego: ¿Por qué la evidencia de la evolución revela un universo sin diseño, p. 5).
En otras palabras, si bien se admite que pareciera que hubiera evidencia de un diseño (“Una forma aparentemente con propósito”), el profesor Dawkins descarta la idea. “El relojero ciego” es, en su opinión, el proceso de la selección natural. Es un intento por explicar cómo puede haber un reloj de alta precisión, funcionando completamente, sin que exista un relojero.
Ahora, si fuera razonable creer que este reloj simplemente surgió naturalmente, entonces, muchos ladrones acusados de robar un Rolex serían liberados. Tendríamos la excusa perfecta: “¡yo no sé cómo conseguí ese reloj! Yo estaba allá, buscando a tientas en la tela de mi bolsillo y naturalmente creció allí”.
¿Qué juez o jurado encontraría esto lógico? ¿O que al menos les planteara “una duda razonable”?
El universo, las galaxias, el sistema solar y la tierra, todas demuestran la evidencia del diseño inteligente. ¿Es todo esto sólo una ilusión? La probabilidad de que cada una llegara a existir por azar, es tan infinitesimalmente pequeña que sería considerada imposible.
Analicemos algunos de los increíblemente únicos parámetros que demuestran diseño en nuestro universo, el sistema solar y galáctico y la tierra.
La increíble precisión de la física del universo
Las investigaciones acerca de las fuerzas fundamentales en el universo muestran que esas fuerzas deben estar en un equilibrio preciso, un grado de precisión increíble, o todo lo demás en el universo literalmente se desintegraría.
La fuerza fuerte (también llamada la fuerza nuclear fuerte), que liga partículas en el núcleo atómico, tiene que estar balanceada con la fuerza nuclear débil hasta una proporción de uno en 1060. De otra forma, la mayoría de los elementos esenciales serían inestables y la vida no podría mantenerse.
La fuerza de la gravedad tiene que estar balanceada con las fuerzas electromagnéticas hasta una proporción de uno en 1040. De otro modo, las estrellas capaces de albergar la vida no podrían existir.
El número de electrones tiene que coincidir con el número de protones hasta una proporción de uno en 1037. De lo contrario, las interacciones electromagnéticas dominarían la gravedad, haciendo que el universo estuviera formado por partículas dispersas que no permitirían la formación de estrellas y planetas.
Éstas son tan sólo unas pocas constantes cosmológicas que están tan precisamente sincronizadas. La cosmología está produciendo más y más evidencia de que nuestro universo está basado en numerosos parámetros que deben estar precisa y exquisitamente engranados para que la vida pueda existir. Si se alterara tan sólo uno, no importaría que las otras fuerzas estuvieran perfectamente balanceadas o no.
El grado de precisión representada por esos números es difícil de captar, pero el astrofísico Hugh Ross, en su libro The Creator and The Cosmos [El Creador y el cosmos], nos da una ilustración útil acerca de lo que representa el más pequeño de estos números:
“Una parte en 1037 es un equilibrio tan increíblemente sensible que es difícil visualizarlo. La siguiente analogía tal vez puede ayudar: Cubra todo el continente de Norteamérica con monedas de 10 centavos hasta alcanzar la luna, a una altura de 239.000 millas. (En comparación, el dinero para pagar la deuda del gobierno federal de los Estados Unidos con monedas de diez centavos, cubriría una milla cuadrada de menos de dos pies de profundidad). Luego, apile las monedas de 10 centavos necesarias para llegar desde aquí hasta la luna, en un millón de millones de otros continentes del mismo tamaño de Norteamérica. Pinte una moneda de diez de rojo y mézclela en el millón de millones de pilas de monedas de diez. Cubra los ojos de un amigo y pídale que tome una moneda de diez. Las probabilidades de que él logre sacar la moneda de diez roja son de una en 1037” (p. 150).
La ubicación de nuestro sistema solar en la galaxia de la Vía Láctea
Al estar fuera de los brazos espirales de la galaxia de la Vía Láctea coloca a nuestro sistema solar en el lugar más seguro de la galaxia. Esta posición sufre pocas interacciones estelares que puedan provocar la alteración de las órbitas planetarias.
“La estabilidad de nuestra posición es posible porque el sol es una de las raras estrellas que descansa en ‘el radio de la co-rotación galáctica’. Típicamente, las estrellas de nuestra galaxia orbitan en el centro de la galaxia a una tasa que difiere de la tasa de los brazos espirales posteriores. Así, la mayoría de estrellas localizadas entre los brazos espirales no permanecen mucho allí, porque eventualmente son succionadas dentro del brazo espiral. Sólo a cierta distancia precisa del centro de la galaxia, el ‘radio de co-rotación’, puede una estrella permanecer en su lugar entre los dos brazos espirales, orbitando precisamente a la misma tasa que los brazos de la galaxia rotan alrededor del centro” (Rich Deem, “The Incredible Design of The Earth and Our Solar System” [El increíble diseño de la tierra y nuestro sistema solar], con referencia a Mishurov, Y.N y L.A. Zenina, “Sí, el sol está ubicado cerca al círculo de co-rotación”, Astronomía y Astrofísica, 341:81-85).
El diseño inteligente en la tierra y nuestro sistema solar
La tierra tal vez sea el único planeta en el universo que tenga las condiciones requeridas para sostener la vida humana. En realidad, hay algunos que ponen en duda esto, diciendo que la posibilidad de que exista otro planeta parecido a la tierra alcance el nivel de probabilidad dada la extensión ilimitada del universo. Pero no se ha descubierto este planeta. Aun si tal planeta pudiera ser descubierto, la posibilidad de que la vida evolucionara independientemente en ese planeta nos lleva a un nivel completamente diferente de (im)-probabilidad.
Veamos algunos de los factores necesarios para que la vida exista en nuestro planeta:
El tamaño de la tierra y la gravedad que ésta genera están sintonizados de una manera muy precisa. Si la tierra fuera sólo un poco más grande, el hidrógeno no podría escapar de su gravedad, lo que la haría completamente hostil a la vida. Si la tierra fuera sólo un poco más pequeña, el oxígeno se escaparía y el agua se evaporaría. Pequeños cambios en cualquier dirección harían imposible la vida humana.
Nuestra luna es una luna grande si la comparamos con el tamaño de la tierra. Esto hace que la tierra tenga una gran fuerza gravitacional. Esto beneficia la vida en ella, pues limpia las costas de los océanos y los vuelve a llenar con nutrientes.
Los planetas en el sistema solar tienen órbitas elípticas, no circulares. La excentricidad de la órbita de nuestro planeta es moderada; el punto en el cual está más lejos o más cerca del sol difiere de la distancia media entre el sol y la tierra por un poco menos de un 2%. Esto es necesario para un rango de temperatura estrecho y relativamente estable en el planeta. Los patrones de estaciones de la tierra son debidos principalmente a la inclinación de 23.5 grados que ésta tiene, y no a la excentricidad de su órbita.
Júpiter rota cada 10 horas; Venus, cada 243 días. Si la tierra rotara cada 10 horas como Júpiter, las velocidades del viento serían extremas. Los vientos en Júpiter tienen velocidades de miles de millas por hora. Si la tierra tardara 243 días en rotar como Venus, la vida no podría existir porque los días y las noches serían demasiado largos, creando temperaturas extremas de calor y frío.
La capa de ozono alrededor de la tierra es protectora. Aunque la concentración del ozono es pequeña, 2 a 8 partes por millón, es vitalmente importante para la vida porque absorbe la radiación ultravioleta (UV) del sol, que es biológicamente dañina.
El oxígeno representa 21% de la atmósfera de la tierra. Esta cifra precisa hace que la vida en la tierra sea posible. Si el oxígeno fuera el 25%, surgirían los incendios espontáneamente; si fuera el 15%, los seres humanos se sofocarían. El nitrógeno representa el 78% de la atmósfera, diluyendo el oxígeno y desempeña un papel fundamental como fertilizante de las plantas. El argón es el 0,93%, y el dióxido de carbono 0,04 % de la atmósfera. Sin esto, la vida de las plantas sería imposible; y si las plantas no tomaran el dióxido de carbono y expulsaran oxígeno, los humanos no podrían existir.
La vida en la tierra depende del agua líquida y por eso no puede estar demasiado cerca o demasiado lejos del sol. Los astrónomos estiman que si la tierra estuviera 2% más cerca o más lejos del sol, el agua del planeta se evaporaría o se congelaría completamente. El agua es una de esas pocas sustancias que se expande cuando se congela. Se expande un 10% cuando se congela, lo que hace que el hielo flote encima del agua líquida en lugar de hundirse. Los ríos y lagos se congelan desde arriba hacia abajo durante el invierno. Si el hielo no flotara, los ríos y los lagos se congelarían desde el fondo y todos los cuerpos del agua se convertirían en hielo sólido y la vida, tal como la conocemos, no existiría.
La tierra tiene la más alta densidad de todos los planetas en nuestro sistema solar, con un núcleo grande de níquel y hierro que es el responsable de nuestro gran campo magnético. Este campo magnético mantiene en su sitio lo que se conoce como el cinturón de radiación Van Allen, que protege la tierra del bombardeo de la radiación. La vida no sería posible en la tierra sin el escudo que provee el cinturón de Van Allen.
Otros factores contribuyen a la capacidad única de la tierra de albergar la vida. Por ejemplo, en julio de 1994, el mundo observó cómo el cometa Zapatero-Levy 9 colisionaba con Júpiter. Esto fue una demostración de la protección que Júpiter le ofrece a la tierra. La masa de Júpiter y su ubicación en el sistema solar es un factor que permite la recolección o el rechazo de una gran cantidad de cometas que entran en la órbita alrededor del sol. Sin Júpiter en su ubicación actual, la vida en la tierra sería difícil o imposible debido a la gran cantidad de cometas que estarían colisionando con ella. Se estima que habría entre 1.000 y 10.000 veces más de colisiones con cometas y escombros de cometas, sin la ubicación protectora de Júpiter.
Las Escrituras nos dicen: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1). De la misma forma que un reloj de alta precisión muestra el talento, cuidado, planeación y delicada obra manual de su hacedor, la increíble precisión, equilibrio y sabiduría evidente en el diseño del universo declara la grandeza de su Hacedor.
El Dios Creador confrontó a Job, el hombre sabio, y lo desafió: “Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?... ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra?” (Job 38:3-5; 18).
¿Quién estableció las leyes del universo? ¿Las leyes de la física que deben estar tan precisamente ajustadas, o si no todo se desintegra? ¿Quién diseñó la tierra, la colocó en una órbita protegida en nuestro sistema solar, y no sólo eso sino que la puso en medio del abrazo protector de unos brazos en espiral en nuestra galaxia?
Mientras más aprendemos de la ciencia, más nos damos cuenta de lo complejos y sorprendentes que son la increíble vida y el universo, y cuán improbable es que la vida y el universo llegaran a existir aparte de un Diseñador inmenso, inteligente.
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).
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