Aunque Pablo no
trata directamente la cuestión de la personalidad del Espíritu Santo, varios
datos coincidentes nos dan la certeza de que el apóstol entendía al Espíritu
Santo en términos personales; relacionado íntimamente con el Padre y con el Hijo
y, sin embargo, distinto de ellos.
En primer lugar,
hemos de reconocer que las menciones más frecuentes al Espíritu Santo, aluden a
Él en términos de acción (es cuentes al Espíritu Santo, aluden a Él en términos
de acción (es decir, el Espíritu es el agente de la actividad de Dios). También
es cierto que este lenguaje no implica necesariamente personalidad. No
obstante, una lectura aún superficial de los pasajes en los que Pablo se
refiere al Espíritu (o Espíritu Santo) muestra cuán a menudo la acción
encuentra una expresión personal." Por ejemplo, la conversión de los
tesalonicenses se produce por la obra santificadora del Espíritu (2 Tes 2:13;
d. 1 Cor 6:11; Rom 15:16), y lo mismo sucede también con el gozo que la
acompaña (1 Tes 1:6 d. Rom 15:13).
La Revelación procede del Espíritu (1 Cor
2:10; Ef. 3:5); y la predicación de Pablo va acompañada del poder del Espíritu
(I Tes 1:5). Las alocuciones proféticas y en lenguas son el resultado directo
de hablar por el Espíritu (1 Cor 12:3; 14:2, 16). Los romanos han de hacer
morir toda práctica pecaminosa por medio del Espíritu (Rom 8:13). Pablo expresa
su deseo de que los efesios sean fortalecidos por el Espíritu de Dios (Ef.
3:16). Los creyentes sirven por el Espíritu (Fil. 3:3), aman por el Espíritu
(Col 1:8), son sellados por el Espíritu (Ef. 1:13), y andan y viven por el
Espíritu (Gál 5:16, 25). Por último, los creyentes son salvos "por el
lavamiento por el Espíritu Santo a quien Dios derramó sobre ellos" (Tito
3:5).
Por un lado, un
pasaje como este último puede sugerir acción trae a nuestra mente la idea de
personalidad, ni tampoco lo hace la imaginería del "lavamiento" por
el Espíritu. Por otra parte, si los analizamos con cuidado, la mayoría de estos
pasajes implican o presuponen la personalidad del Espíritu Santo, y que la
terminología del derramamiento es simplemente imaginería. Esto se hace
especialmente evidente en pasajes como 1 Corintios 6:11 en los que Dios
"lava, santifica y justifica" mediante la doble acción del
"nombre [autoridad] del Señor Jesucristo" y "el Espíritu de
nuestro Dios".
El argumento es
que, lo que Pablo dice del Espíritu en términos de acción, es análogo a lo que
afirma en muchísimos textos acerca de Cristo. La implicación es evidente: es
difícil observar la gran escasez de imágenes impersonales que utiliza Pablo en
sus cartas. En contraste con Lucas, rara vez habla el apóstol de ser lleno del Espíritu;
su lenguaje principal alude a Dios que "pone su Espíritu dentro de
ustedes"." o de "recibir" o "tener" el
~spíritu.24 Ninguna de estas imágenes implica personalidad, pero tampoco
sugieren lo impersonal, como tantas otras imágenes (viento, fuego, etc.).
EI hecho de que
Pablo entiende al Espíritu como una persona se confirma, en segundo lugar, por
el hecho de que el Espíritu es sujeto de una gran cantidad de verbos que
demandan un agente personal. El Espíritu escudriña todas las cosas (1 Cor
2:10), conoce la mente del Señor (1 Cor 2:11), enseña el contenido del Evangelio
a los creyentes (1 Cor 2:13), mora entre los creyentes o dentro de ellos (1 Cor
3:16; Rom 8:11; 2 Tim 1:14), hace todas estas cosas (1 Cor 12:11), da vida a
los que creen (2 Cor 3:6), clama en nuestros corazones (Gál 4:6), nos guía en
los caminos del Señor (Gál 5:18; Rom 8:14), da testimonio a nuestro espíritu
(Ro 8:16), tiene deseos que se oponen a la carne (Gál 5:17), nos ayuda en
nuestra debilidad (Ro 8:26), intercede por nosotros (Rom 8:26-27), hace que
todas las cosas cooperen para nuestro bien (Rom 8:28),25 fortalece a los
creyentes (~f 3:16), y se entristece con nuestro pecado (Ef.4:30). Por otra
parte, el fruto de la morada del Espíritu son los atributos personales de Dios
(Gál 5:22-23).
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