martes, 21 de enero de 2020

VENGA TU REINO


¿Por qué es tan importante que venga el Reino de Dios? ¿Por qué Jesucristo nos enseñó a pedir por su venida?

Poco después de iniciar su ministerio, Jesús enseñó a sus discípulos la manera correcta de orar a través del ejemplo que muchos conocen como el “Padre nuestro”. Esta oración nos enseña los temas específicos que debemos incluir en nuestras oraciones, no las palabras exactas que debemos decir cada vez que oramos.

Luego de destacar la necesidad de dirigirse a Dios el Padre, Cristo enseñó a sus discípulos que debían pedir “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Lucas 11:2, énfasis añadido). Pero, ¿por qué debemos pedir a Dios: “venga tu reino”?

El Reino de Dios fue un tema sobre el cual Jesucristo predicó muy a menudo durante su ministerio en la tierra. En Mateo 24:14 nos dice que “será predicado este evangelio [buenas noticias] del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Y en Mateo 6:33 nos insta diciendo: “buscad primeramente el reino de Dios”. Pero, ¿por qué? 

En Mateo 24:21-22, Cristo también revela que, antes de aquél “fin” habrá un tiempo de “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”. ¿Qué tiene esto que ver con nosotros? ¿Y cómo es que la humanidad llegará a tal punto?

Los seres humanos son incapaces de resolver sus problemas.

Seis mil años de historia humana han comprobado que los hombres no pueden resolver sus problemas de convivencia sin recurrir a la guerra. De hecho, como explica Max Lucado, “De acuerdo con el Canadian Journal del ejército, la guerra ha dominado la historia documentada. Desde 3600 a.C., el mundo ha conocido sólo 292 años de paz. Durante este período ha habido 14.531 guerras y se estima que 3.640 millones de vidas se han perdido en ellas”.

Esta evidente tendencia de los seres humanos hacia la violencia lamentablemente ha dado pie a la teoría de que la guerra es un fenómeno normal y necesario para que puedan darse los pocos años de paz que el mundo ha tenido.. Y como consecuencia de esta idea, la humanidad permanece en guerra casi sin tregua; si creemos que la guerra es necesaria, tendremos guerra.

El problema del razonamiento humano.

Pero el razonamiento humano sin la guía de Dios puede ser muy peligroso. Como advierte el profeta Jeremías, “el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23).

En otras palabras, Jeremías está reconociendo que el hombre no puede gobernarse a sí mismo apropiadamente ni tomar buenas decisiones por sí solo. Si bien la psicología popular nos aconseja buscar las respuestas a los problemas de la vida en nuestro interior, la verdad es que no siempre tenemos las respuestas. Como leemos en Proverbios 14:12, “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.

Lo que muchos ignoran es que los problemas más graves de la humanidad son de índole espiritual. Lamentablemente, nuestra forma natural de pensar y actuar tiende a ser contraria a la voluntad de Dios.

En Romanos 8:6-7, el apóstol Pablo describe esta debilidad humana diciendo: “Porque el ocuparse de la carne [seguir nuestra manera natural de pensar] es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”.

Y, a través del profeta Isaías, Dios reprende al pueblo de Israel con las siguientes palabras: “vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios…Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua. No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad” (Isaías 59:2-4).

Luego, Isaías continúa describiendo las consecuencias de rechazar a Dios: “el prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira. Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir. Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho” (vv. 13-15).

“La mentira”

Al acercarse el fin de esta era—justo antes del regreso de Jesucristo—el rechazo del hombre a la ley de Dios y el pensamiento tergiversado que se deriva inevitablemente de esto, llevarán a muchos a caer en el engaño de un falso líder religioso.

Como leemos en 2 Tesalonicenses 2, durante los tiempos del fin existirá una persona que se sentará en el templo de Dios y engañará a muchos, a quienes Dios “envía un poder engañoso, para que crean la mentira” (v. 11).

Esto no significa que Dios engañará a la gente deliberadamente; más bien, les permitirá hacer lo que deseen y tomar sus propias decisiones, lo cual incluye rechazar a Dios y sus enseñanzas. Pero, cuando un ser humano elige seguir su propio camino en lugar del camino de Dios, pierde la capacidad de tomar decisiones sensatas. El rechazo que los países han demostrado tratando de quitar Dios y la Biblia de la vista de todos es un claro ejemplo de esto. A medida que los seres humanos olvidan a Dios y sus mandamientos, van perdiendo más y más la guía espiritual que tanto necesitan.

Rechazar a Dios siempre trae consecuencias.

La historia de Adán y Eva nos revela la razón por la cual los seres humanos han perdido la capacidad de tomar buena decisiones. Como leemos en Génesis 2:15-17, Dios estaba y sigue estando a cargo de todo; Él mismo se muestra como Rey y Creador. En un principio, era el quien tenía la autoridad sobre la vida humana y es por esto que entregó sus mandamientos para regularla. Lamentablemente, Adán y Eva decidieron rechazar esta revelación divina y negar la autoridad de Dios en sus vidas.

Adán y Eva creyeron la mentira de Satanás, quien les aseguró que el hombre era capaz de tomar decisiones propias sin la guía de Dios y aun así obtener buenos resultados (Génesis 3:1-7; 9:11). Esa fue “la mentira” que engañó a los primeros seres humanos. Y fue Satanás quien inició la falsa creencia de que el hombre puede decidir qué es correcto e incorrecto sin la ayuda de Dios.

Este pensamiento es la base de la moderna relativización de la verdad, que ha llevado a muchos a tomar las enseñanzas de la Biblia como meras opiniones. Pero, como dijo Jesucristo, la Palabra de Dios “es verdad” (Juan 17:17). Es el pensamiento tergiversado que resulta del rechazo a la guía de Dios lo que ha conducido a la humanidad hacia una vida de pecado y violencia (consulte Romanos 1 e Isaías 59), lo cual también vemos ilustrado en los primeros capítulos de Génesis. La violencia es nada menos que el fruto de una decisión equivocada.

¿Por qué es necesario que venga el reino de Dios?

¿Existe alguna cura para este errado pensamiento humano que produce guerras, violencia, dolor y sufrimiento? La respuesta está en “venga tu reino”. El Reino de Dios, gobernado por Jesucristo, es lo único que puede salvar a los seres humanos de sí mismos.

Jesucristo predicó sobre un reino y mundo nuevo donde “el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da” (Daniel 4:17), un reino donde la naturaleza de los hombres será transformada a medida que decidan obedecer a su Creador.

Actualmente, el ser humano no puede gobernarse a sí mismo porque ha rechazado la revelación y autoridad de Dios; en lugar de obedecer a Dios, lo cual produce paz, se ha tomado la libertad de decidir lo que es correcto e incorrecto, perjudicándose a sí mismo. Jesús nos enseñó a pedir “venga tu reino” porque sabía que el hombre y su naturaleza llevarían al mundo a ese punto en que “si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo”.

Nuestra parte.

La decisión más importante que tomaremos alguna vez es determinar quién será el Señor de nuestra vida. Si nos sometemos a la autoridad de Dios y obedecemos sus mandamientos, encontraremos el camino a la paz y la vida eterna.

Cuando pedimos a Dios “venga tu reino” en nuestras oraciones cotidianas, también recordamos nuestra responsabilidad para con Dios y reforzamos la visón del futuro maravilloso que Dios ha preparado para quienes le obedecen—un futuro glorioso que seguramente no querrá perderse. ¡No olvide pedir a Dios “venga tu reino” y vivir por esa esperanza!

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