viernes, 3 de enero de 2020

EL AMOR OBEDIENTE


Obedecer en Mateo 22:36, un intérprete de la ley pregunto a Jesucristo, “¿Cuál es el gran mandamiento?” Jesucristo respondía, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” Luego dijo que el segundo mandamiento era: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

El mandamiento es primero – ¡Dios nos manda a amar! Ahora, según nuestro modo de pensar en nuestra cultura, el amor no puede ser dictado o mandado, sino que es algo espontaneo, voluntario, no controlable. ¡Pero esto no es el amor Bíblico! Jesucristo dijo en Juan 14:15, “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”

Solamente en nuestra cultura pensamos que un mandamiento o mandato implica la compulsión o la obligación, y por lo tanto no respondemos voluntariamente, sino bajo obligación. Pero en toda la Biblia el amor y los mandatos andan de la mano. La idea o concepto bíblico de un mandamiento incluye la idea de la espontaneidad, o sea, – la obediencia voluntaria, inmediata y gozosa.

Podemos entender esto cuando nos damos cuenta de que si hacemos lo que debemos hacer, lo que Dios nos manda en Su Palabra, entonces hacemos lo mejor para nuestras vidas.

En su libro “Creciendo como Dios quiere”, John A. Stromer dice lo siguiente: ““Obedecer” es la palabra más importante de la Biblia. Ser obediente es la clave para recibir todas las bendiciones de Dios. Para ser salvo del pecado y del infierno, una persona tiene que obedecer el mandato de Dios… Hechos 16:31. Hay una multitud de bendiciones materiales y espirituales para aquellos que obedecen a Dios.”

Este siglo moderno, en general, se ha caracterizado por la rebeldía. La rebelión y la desobediencia vienen directamente de la naturaleza pecaminosa del hombre. Vea 2 Timoteo 3:2 y Romanos 5:19. Observamos rebelión en los hogares, en la sociedad, y en nuestras iglesias, todo originado por una actitud rebelde hacia Dios. Tal vez ahora, como nunca antes, necesitamos interesarnos seriamente por el tema de la obediencia.

El mismo Stormer da la siguiente explicación o definición de la obediencia: “La obediencia es cumplir con los deseos o exigencias de la autoridad. Es lo opuesto de hacer lo que uno mismo quiere o desea. La verdadera obediencia implica hacer lo que autoridad desea inmediata, respetuosa, gozosa y completamente. La obediencia requiere una sumisión total de la voluntad particular a las autoridades. La verdadera obediencia tiene su raíz en la sumisión a Dios.”

Según las Escrituras, el mismo Dios dice que obedecer es mejor que los sacrificios. (1S.15:22) Él llama a David como un “varón conforme a mi corazón” (Hch.13:22) Esto se refería a la obediencia del Rey David. Contrariamente Dios compara la desobediencia con el pecado de adivinación (1S.15:23) y bajo la ley mosaica un hijo rebelde debía ser apedreado sin más. (Dt.21:18-21) También encontraremos que “guardar” también se refiere a obedecer (Jn.14:15, 23)

Vemos en el Señor Jesucristo el ejemplo de un hijo obediente. El fue obediente a la voluntad de su Padre (Jn.6:38-39); El no fue de ninguna manera inferior al Padre, y dijo, “Yo y el Padre uno somos.” (Jn.10:30). Según Filipenses 2:5-8, Jesús se hizo obediente hasta la muerte. Siendo su “comida” hacer la voluntad de quien lo envió (Jn.4:34). De igual manera. En su infancia el Señor se sujeto a su madre terrenal y a José. Vea Lucas 2:51.

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