martes, 28 de enero de 2020

PACTOS: ACUERDOS ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES.



Generalmente, los pactos de Dios no son entendidos a cabalidad. En palabras simples, estos pactos son acuerdos misericordiosos que Dios hace con los seres humanos. Comprender de qué se tratan nos ayuda a entender más sobre el plan que Él tiene para nosotros.

En pocas palabras, un pacto es un acuerdo. Y en la Biblia esta palabra se usa a menudo para describir los acuerdos que Dios ha hecho con diferentes personas, donde Él ofrece promesas maravillosas y pide que se obedezcan ciertas reglas a cambio.

Pero, si bien Dios pide obediencia, sus promesas siempre sobrepasan la recompensa que esta merecería. En realidad, las promesas de Dios no son el pago por los esfuerzos humanos de estas personas, sino más bien una demostración de su amor.

Y los pequeños requerimientos que Dios tiene también están motivados por ese amor. Las leyes de Dios fueron creadas para nuestro beneficio; ¡obedecerlas y amar a quien las creó trae bendiciones automáticas! Entonces, es totalmente lógico que Dios nos pida obediencia y lealtad antes de darnos sus regalos inmerecidos.

Ejemplos de pactos.

Dios hizo un pacto con Noé de nunca más destruir la tierra con un diluvio (Génesis 9:11). También hizo un pacto con Abraham de dar bendiciones físicas a sus descendientes y bendecir espiritualmente a toda la humanidad por medio de Jesucristo (Génesis 12:1-3; 22:16-18; Gálatas 3:8, 16).

Pero, uno de los pactos más importantes de la Biblia es el que Dios hizo con el pueblo de Israel en el Monte Sinaí. Por medio de este, Dios prometió bendecir a la nación entera y el pueblo se comprometió a obedecer las provechosas leyes de su Creador (Éxodo 24:3).

Sin embargo, como lo relata el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel no cumplió su parte del trato. Es por esto que, en Deuteronomio 5:29, Dios se lamenta diciendo: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!”. El libro de Hebreos luego revela que la causa del fracaso de Antiguo Pacto no fue el acuerdo en sí, sino el incumplimiento de Israel (Hebreos 8:8).

El Nuevo Pacto

Afortunadamente, Jesucristo vino a la tierra para dar paso a un Nuevo Pacto que resolvería este problema. A través de su misericordioso sacrificio, Él pagó la pena de muerte que toda la humanidad merece por sus pecados e hizo posible que nuestros pecados sean perdonados si nos arrepentimos. 

Esto a su vez permite que Dios nos ofrezca su Espíritu Santo, lo que da comienzo al proceso de transformar nuestro corazón de tal forma que podemos internalizar y obedecer las leyes buenas y provechosas de Dios con un amor fiel que no podríamos tener sin su Santo Espíritu (Hebreos 10:16-17).

En el Nuevo Pacto, Dios no sólo nos promete la vida eterna, sino que además nos da la ayuda espiritual que necesitamos para poder cumplir nuestra parte del acuerdo. Sin duda, es absolutamente absurdo pensar que podríamos ganar el perdón o la vida eterna por nosotros mismos, pero aun así Dios nos pide obediencia por nuestro propio bien. Él sólo dará vida eterna a quienes decidirán seguir su camino de gozo y paz por toda la eternidad, no a aquellos que escojan el camino del egoísmo, la rebeldía y la miseria.

La Biblia tiene mucho más que decir sobre los acuerdos misericordiosos de Dios con la humanidad—sus pactos. Le invitamos a leer más de nuestros artículos en la sección “Pactos” y a escoger el camino de vida y esperanza basado en la verdad de Dios.

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