Uno de los mensajes primordiales de la Biblia es el llamado
al arrepentimiento y el cambio. Esta enseñanza es de vital importancia.
Tal como escribió el apóstol Pablo, Dios “manda a todos los
hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). Sin embargo, el
concepto de arrepentimiento no es un tema recurrente en la mayoría de los
escenarios religiosos modernos; hoy en día rara vez se exhorta a una
congregación de creyentes a arrepentirse.
Por otro lado, en la Biblia vemos que Juan el Bautista,
primo de Jesús, predicó fervientemente: “Arrepentíos, porque el reino de los
cielos se ha acercado” y además alentó a quienes le oían a hacer “frutos dignos
de arrepentimiento” (Mateo 3:2, 8). Y, poco después de la muerte de Juan,
Jesucristo insistió en esta enseñanza diciendo: “Arrepentíos, porque el reino
de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).
Más adelante, cuando la Iglesia del Nuevo Testamento fue
fundada unas semanas más tarde después de la crucifixión de Cristo, el apóstol
Pedro se dirigió a miles de creyentes judíos diciendo: “Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
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