Por:
Pastor R.V.C.
Saludos hermanos.
No pretendo, al menos en esta ocasión, hacer un estudio
profundo relativo a la oración, pero si mostrar algunas reglas básicas
que hemos ido alterando por no saber
leer la palabra de Dios en
armonía con las leyes o reglas de hermenéutica.
Es importante que aprendamos a
conversar correctamente con nuestro Padre según lo que realmente Él desea que
le conversemos y no lo que nosotros queramos hablarle.
Veamos esto bajo el entorno de
una vida familiar terrenal:
A) Un hijo habla con sus padres y les dice
cosas muy bonitas y correctas pero para ello siempre busca una audiencia, un
público, es decir, cuando hay visitas en la casa, a fin de que las personas “vean” lo bueno y maravilloso que
es él con sus progenitores, pero cuando está a solas con ellos ni les vuelve a ver.
¿Estarían en un mismo sentir?
B) O quizá un hijo le habla al
padre físico en privado: llega el hijo de otra ciudad y
necesita hacerlo rápido. Llama a su padre a una habitación y ahí empieza a recitarle palabra bonitas que escribió en su cuaderno
de notas. Se las lee una vez pero el hijo las escuchó tan lindas al él
recitarlas que las vuelve a repetir una y otra vez para al final decirlas de
memoria a su padre. El padre mira con incredulidad y desazón la frialdad de su
hijo.
¿Hay armonía?
C) Va un hijo con su progenitor
a un terreno que tiene la familia en donde desean construir la vivienda
familiar. Conversan ambos acerca de que la vivienda debe de tener dos pisos, de
posibles colores para las paredes externas y de las internas, el tamaño de la cocina, la
cantidad de dormitorios que se requieren pues se trata del padre, la madre y
cuatro hijos todo como
un análisis previo
para exponerlo al
resto de los integrantes. No obstante el hijo en ese
instante mira a su padre fijamente y le expone que él desea que el segundo piso
debe ser sólo para él pues tiene muchos
amigos y desea que se reúnan ahí y que el primer piso
sería suficiente para la cocina, el baño, el dormitorio para sus padres y un
dormitorio para sus otros tres hermanos.
Pregunto: ¿Están el padre y el
hijo en un mismo sentir?
En estos tres eventos no tenemos ni la menor duda de
que podemos tener un juicio de valor para
cada uno de esos hijos.
Podemos decir fácilmente que se trata de
un hijo no conectado verdaderamente a través del amor con su padre en cada uno
de esos tres distintos eventos y
si, realmente así
lo es. Pero
ahora debemos preguntarnos: ¿nos parecemos a alguno de esos
hijos cuando hablamos con el
Padre Celestial o… a los tres?
Revisemos un poco lo que hemos estado haciendo
descuidadamente que produce que nos
relacionemos mal con el Soberano
y Único Dios:
Hemos estado
efectivamente utilizando descuidadamente algunos pasajes bíblicos
de forma incorrecta
en lo tocando a iniciar una conversación con el
Creador.
PRIMER ERROR:
Creer, basados en Mateo 18:20 que debemos estar reunidos al
menos dos personas para poder orar a Dios. En este pasaje nos dice Jesucristo
que “donde están dos o más congregados en mi nombre ahí estaré yo en
medio de ellos”.
Acostumbramos decir, cuando hay
un grupo de personas reunidas, que ese grupo debe de aprovecharse para abrir un momento de oración usando este pasaje
bíblico.
Por un momento les pido que analicemos lo que realmente estamos diciendo.
Estamos afirmando con ello que
en lo secreto, a solas con Dios, no es posible orar, que a solas con Dios Él no nos escucha y que estaríamos perdiendo
el tiempo porque la oración debe de ser
cuando estamos al menos dos personas reunidas.
Si estudiamos Mateo 18:15 a 22 nos daremos cuenta de que todo el contexto en donde está
inserto Mateo 18:20 se refiere al tema de dos hermanos en Cristo que están
alejados debido a que uno ofendió al otro, en donde Jesucristo da una serie de
consejos para que se arreglen entre sí consistente en primero dialogar, y si
esto no funciona pues al menos con dos personas que ayuden al acercamiento y si
no es posible con la jerarquía de la
iglesia. Es para ese tema de la reconciliación entre hermanos que
Jesucristo nos dice
que estará en
medio de ellos anhelando la
reconciliación entre hermanos.
Sólo bajo ese tema de la
reconciliación es que Jesucristo estará
en medio, pues para todos los demás
efectos de nuestra vida caminará no en medio sino con nosotros como una yunta
con sus dos bueyes en donde Él es el buey que guía. Si Jesucristo camina con
nosotros podemos estar sin hermanos cerca y ahí estará Él pero si creemos que
camina en medio de nosotros es porque creemos que Jesucristo estaría con
nosotros sólo si permanecemos cerca de algún hermano. Si ello fuera así un
cristiano no podría vivir solo en una
montaña pues estaría sin Dios. Esto es por supuesto totalmente falso.
Por supuesto que en grupo
podemos orar sin lugar a dudas, pero el Padre que está en los cielos escuchará
la oración no grupal sino la que sale de cada
una de las personas oradoras, pues Dios siempre está atento a lo que
sale de cada corazón individualmente considerado. Él escucha a tu corazón
específicamente y de cerca, y nunca ve a un grupo orar desde lo alto. Dentro de
ese grupo habrá personas que no estarán orando o sus oraciones solo salen de su
boca hacia afuera y por ende no llegarán
al Creador. Lo que Dios si
anhela es un grupo en oración en donde
todos tengan el mismo sentir, el mismo corazón y la misma meta, pero para que a
nuestro Padre Celestial le encante ese grupo es porque ha revisado el corazón
de cada uno de ellos y su oración secreta y la ha visto con agrado.
En la oración en grupo cada
cristiano debe de orar en lo secreto con su Padre Celestial. En Mateo 6:6 Jesús
nos dice claramente que toda oración ha de ser en lo secreto.
SEGUNDO ERROR:
Mateo 6:7 también nos
dice que no podemos ser como aquel hijo
que empezó a darle palabras de aliento a
su padre mediante una serie de
repeticiones sacadas de su cuaderno de notas. No podemos orar mediante vanas repeticiones pues si a aquel padre terrenal le ofendió lo que hizo su hijo al repetirle
lo que había insertado en su cuaderno,
cuanto más se va a ofender el Rey del Universo cuando hablemos vanas
repeticiones.
TERCER ERROR:
Recordemos que en
una de las historias de un padre terrenal con su hijo, éste último se esmeraba
por pedir todo el segundo piso de la casa a construir para él y sus amigos.
¿Podemos pedir todo lo que se nos ocurra como
lo hizo este hijo a su padre? Algunas personas creen que así lo es
basados en el pasaje de Mateo
7:7 al 12.
Veamos el texto:
La oración, y la regla de oro
7»Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá.
8Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama,
se le abre. 9¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? 10¿O
si le pide un pescado, le da una serpiente? 11Pues si ustedes, que son malos,
saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos
dará buenas cosas a los que le pidan! 12Así que, todo lo que quieran que la gente
haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos, porque en esto se resumen
la ley y los profetas.
Dice la palabra entonces:
“Pedid y se os dará… porque el que pide
recibe”… y nos suele bastar ese texto
para dar incluso toda una prédica de la prosperidad sin seguir leyendo el texto completo.
Analicemos cuidadosamente Mateo 7:9
al 12: “Que padre hay de vosotros que
si su hijo le pide pan le dará una piedra… o un pescado y le da una serpiente… y en el pasaje paralelo de Lucas capítulo 11 también nos habla de cómo
es que un padre le daría a su hijo un alacrán si éste le pide
un huevo.
A veces se nos ocurre
empezar a parafrasear estos pasajes quizá así: Que padre hay de entre
vosotros que si su hijo por ejemplo le
pide pan le daría un trozo de madera, o un ladrillo, o
quizá una concha de mar; pero
este texto no
permite ese tipo
de parafraseo. Se
habla específicamente de la
relación “pan-piedra”, “huevo-alacrán”
(en el pasaje dicho de Lucas) y de “pescado- serpiente”.
¿Por qué Jesucristo usó esas relaciones tan específicas? Porque en las tierras del oriente por donde
Jesucristo caminó una piedra rojiza del
desierto parece un panecillo de pan, porque en el desierto hay alacranes
blancos que al enrollarse adoptan una
forma idéntica a la de un huevo de gallina y porque en el mar de galilea cuando los
pescadores usaban una red denominada barredera sacaban muchos animales de mar,
dentro de los cuales estaban las anguilas eléctricas también llamadas
serpientes de mar las cuales se parecen bastante a un pescado.
Y nos preguntamos entonces:
Pero… si una persona nace en
esa zona del Medio Oriente y crece ahí, ¿cómo es que no va a diferenciar un pan
de una piedra, un huevo de un alacrán
y una anguila o serpiente de un
pescado?
A los cuatro años un niño
podría ya establecer la diferencia. Entonces ¿Quién cometería tal error? Bueno…
la respuesta está a la mano: sólo niños
muy pequeños de menos de cuatro años.
Ya entendiendo esto tenemos el
mensaje completo y claro de Mateo 7:7 al 12: Pedid y se os dará… (voy a
parafrasear) pero nunca pidas como un niño de dos años que cree estar pidiendo
pan y realmente lo que ve en el desierto
son piedras rojizas, o pide un huevo al padre porque ve un alacrán con su
cuerpo recogido o pide un pescado al padre porque ve una anguila o serpiente de
mar. .. Porque si pides algo que crees
es pan te hará daño en tus dientes y hasta podrías ahogarte, o si pides algo que crees es un huevo te picará y te
matará porque realmente lo que estás pidiendo es un alacrán… cuando pidas algo
debes tener el cuidado de pedir lo que realmente necesitas para tu bien
espiritual. ¿Acaso el Padre Celestial no desea que estemos verdaderamente
conectados con Él en lo tocante a lo que es verdaderamente el Reino de Dios?
¿No añora una conversación privada que no sea de frases repetitivas sino que salga de nuestro corazón
y en donde lo que pidamos sea de conformidad con el área sobrenatural al cual
nos estamos elevando? ¿Acaso nuestro Padre no desea que busquemos el Reino de Dios y su justicia y si lo hacemos Él nos promete
cuidar en este mundo con las
cosas materiales que necesitamos día con día? El que vive verdaderamente según el
Espíritu pide cosas espirituales y el terrenal cosas terrenales (Romanos 8:5).
No es
que debamos ser
pobres porque si por mera justicia nos esforzamos podemos tener algunos bienes acá en la tierra, pero no anhelemos las cosas que tenemos por
mera justicia (los tenemos porque nos esforzamos y Dios por ende lo permite )
sino que anhelemos las cosas que
Dios nos da por misericordia (dones , ministerios y frutos del Espíritu Santo las cuales no
las hemos ganado pero Dios considera en su inmenso amor que las merecemos ) y
aún más las cosas que Dios da por Gracia (la Vida Eterna la cual ni la hemos
ganado ni la merecemos pero Dios
nos la da porque así a Él le
place).
Y para culminar, en Mateo 6:9 en la oración denominada “El Padre
Nuestro” Jesucristo nos explica que esa oración la hace solamente toda aquella
persona quien ya sea hijo de Dios, aquel quien ya nació de nuevo y tiene por
ende al Espíritu Santo y puede decirle
al Creador del Cielo y de la Tierra “Padre”. Ese hijo de Dios debe de ser un
hijo merecedor de llamarse hijo y de poder decirle al único y Sabio Dios
“Padre” y para ser merecedor debe de anhelar la presencia de su Padre en su
vida mediante la constante oración en lo secreto, un hijo que converse con el
Padre (Dios) como conversaría con
su padre (el padre terrenal) y un hijo que nunca le pida más de lo que
necesita, que no pida un segundo piso de la casa toda para él sino que cuando
converse con Dios piense en todos sus hermanos.
La oración que está en Mateo
6:9 en adelante es una oración centrada para que nosotros aprendamos a pensar
en todos nuestros hermanos en toda la tierra, por ello no dice Padre mío sino
Padre nuestro, no dice dame el pan de cada día sino danos el pan de cada día,
no dice perdona mis pecados sino perdona nuestros pecados.
Esta oración es para un hijo de Dios que se acuerde cuando ora en todos
los hermanos de toda la tierra… para que posteriormente y dentro de la misma oración y mediante ese mismo amor podamos pedir por toda
la humanidad (I Timoteo 2:2).
El Padre que está en el
Cielo anhela tu oración en secreto, sin
vanas repeticiones, le encanta escucharnos pensar en todos nuestros hermanos de
todo el orbe terráqueo y disfruta estar hablando contigo un mismo lenguaje, en
la verdadera dimensión espiritual.
Y si estás leyendo este
pequeñito mensaje y te das cuenta de que
no puedes conversar con el Creador de todas las cosas pues aún
no eres hijo de Dios, no creas que
con una declaración de fe de cinco minutos ya lo eres, pero la buena
noticia es que de conformidad con Romanos 10:9 tu declaración de que Cristo es el Señor y tu
reconocimiento de que resucitó al tercer día puede llegar a ser
algo ya tan enorme en tu vida que
se empieza a desbordarse de tu corazón y deseas declararlo a gritos.
Recuerda que el Espíritu Santo
llega a tu vida no por tu decisión sino por decisión de Dios mismo al notar
que tu interior está
ordenado y vacío esperándole a Él. Dios te brinda esa oportunidad de
cambiar radicalmente y puedes experimentar ese
hermoso cambio del
cual nunca te arrepentirás.
Romanos 10:8 a 10:
8 Más ¿qué dice? Cerca de ti
está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que
predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres
en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
No es difícil aceptar a
Jesucristo como Señor y Salvador, sólo se requiere que empecemos a
ser sensibles a las cosas del
Reino y anhelar su presencia. Si no eres
hijo de Dios dobla rodilla y empieza
aceptando a Jesucristo como tu Salvador personal hasta que ese creer llegue a
ser parte de tu vida, es decir, que Jesucristo llegue a ser tu amigo.
La oración al Padre vendrá
después pues NADIE VA AL PADRE SINO ES MEDIANTE SU HIJO AMADO JESUCRISTO.
¡AMEN!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario