Por:
Pastor
R.V.C.
Muchas
veces hemos leído en los evangelios lo relativo a la multiplicación de los
peces y los panes.
Sabemos
quizá acerca de esa multiplicación el que miles de personas buscan a Jesús,
que Jesucristo aún cansado
aprovecha para hablarles del Reino y que al casi anochecer las miles de
personas tienen hambre, que hay algunos pocos
peces y panes y que, iniciando en las manos de Jesús y pasando luego por
la de los discípulos empiezan estos alimentos a multiplicarse al punto de que
todos se sacian y sobra incluso.
Con solo
este breve resumen ya tenemos información suficiente como para desarrollar
varios temas tales como el amor
desbordante de Jesús, el aprendizaje a los discípulos de que su misión es
servir y no buscar ser servidos y otros temas importantes.
No soy
un seguidor de cábalas bíblicas consistentes en buscar algún significado que se
quiera dar a un pasaje bíblico en
relación con un evento o circunstancias de la vida diaria pero enlazando
ambos eventos por la fecha en que sucede el evento en la tierra con el numeral
del versículo y del capítulo a que corresponda el pasaje bíblico; pero sí creo
que Dios sabe usar, dentro del texto, los numerales para darnos una enseñanza
de gran profundidad.
Vamos a
circunscribirnos al tema de la multiplicación de los peces y los panes.
Podríamos
creer que este evento multiplicatorio de peces y panes es sólo uno en la
historia de Jesús, pero no,
realmente son dos. Uno, el primero
sucedido cronológicamente hablando, es con cinco mil hombres más mujeres y
niños y el otro, el segundo, es con cuatro mil hombres más mujeres y niños.
Si lees
Juan 6:1; Marcos 6:53, Marcos 7:24; Marcos 7:31 y Marcos 8:1 con ayuda de un
mapa de Palestina en tiempos de Jesús veremos el recorrido que hizo Jesús con
sus discípulos desde el milagro con los cinco mil hombres hasta el segundo
milagro con los cuatro mil hombres (en ambos más mujeres y niños) nos daremos
cuenta de que la multiplicación de peces y panes con los cinco mil hombres más
mujeres y niños fue en tierra de Palestina, propiamente en la Provincia de
Galilea o lo que llamamos tierra santa y el de los cuatro mil hombres más
mujeres y niños fue en Decápolis (significa
diez ciudades griegas) , tierra
de gentiles o no judíos luego de un gran recorrido de norte a sur por tierras
fuera de tierra santa que duró varios meses ( se estima que duró varios meses
pues en el milagro de los cinco mil hombres los judíos se sentaron en hierba
verde (Marcos 6:39) mientras que en el milagro de los cuatro mil hombres se
sentaron en tierra (Marcos 8:6), es decir en
el primer milagro era primavera y en el segundo era veranos para un
lapso de tiempo de al menos seis meses).Y analizado ello veamos toda la belleza
de este pasaje: Un milagro con cinco mil hombres y otro con cuatro mil.
El primero
es un cinco y el segundo un cuatro, los ceros a la
derecha representan multitudes. El 5 representa lo mismo que el estanque de
Betesda (Juan 5:2) el cual tiene cinco pórticos o columnas.
Los cinco
pórticos representan la Torah o los
cinco primeros libros de la biblia en alusión al antiguo testamento y por ende
en alusión a la raza israelita físicamente hablando, así como a la ley.
El 4 es
significativo de (apocalipsis 8:9) naciones, pueblos, tribus y lenguas, es decir
de personas de toda la tierra (norte, sur, este y oeste incluyendo a la raza
judía físicamente hablando). Habla del nuevo pacto y por ende de la nueva
Israel espiritual.
El
primer milagro se realizó, reitero, sólo con israelitas de raza (judía y galilea)
al igual que sucedió con el primer pacto, el segundo milagro lo fue con todas
las razas de la tierra y representa al pacto de la Gracia.
Una vez
que comieron todos en cada uno de los dos milagros, en el primer milagro
sobraron 12 cestas (Marcos 6:43) y en el segundo milagro, el que representa a
la Gracia, sobraron 7
Canastas (Marcos 8:8).
No nos
fijemos en los números de lo que sobró sino en el utensilio utilizado en cada
milagro, pues son totalmente distintos
uno del otro. Esta idea se reitera y resalta
por medio de Jesús en Marcos 8:19 y 20.
Cestas
(kofinoi en griego) en el primer milagro y canastas (sfyrides en griego) en el
segundo milagro.
Los
kofinoi era el utensilio que usaban los judíos para llevar
sus alimentos. Tenía como forma de botella o cantarillo pero de un mayor
tamaño. Termina arriba entonces con un “cuello de botella”. El sentido de esta
forma de utensilio era evitar que el aire contaminado por los gentiles
ingresara por el kofinoi y “contaminara” los alimentos.
El
sfyrides era una especie de canasto como el que usan los recolectores del grano
de café pero más grande. Los usaban los gentiles para transportar sus alimentos
y tenía un tamaño suficiente como para que cupiera una persona dentro de él.
Ahora
vamos a concentrarnos en los números: En el primer milagro sobraron 12 cestas y
en el segundo milagro 7 canastas. El 12 en la biblia significa completo y el 7
significa perfección. El 12, el cual también habla de doce tribus, hace
referencia al antiguo pacto con los israelitas físicamente hablando y es un plan completo, el cual es bueno pues
proviene de Dios y necesario para dar paso a la Gracia. De hecho de la tribu de
Judá desciende Jesucristo familiarmente hablando (no en un sentido
genealógico pues Cristo es el unigénito Hijo de Dios, el único (uni) con los
genes (génito) de Dios.
Pero el
número 7 significa perfección. El Nuevo Pacto es perfecto pues es de Dios y es
necesario para dar paso al verdadero perdón de pecados mediante la sangre de
Cristo (el sacrificio de corderos realmente no perdonaba pecados), para dar
paso a la Salvación garantizada mediante la recepción del Espíritu Santo en
nuestras vidas y a la
Vida Eterna. Todo esto es
imposible sin Jesucristo y por ende no era algo accesible en el viejo pacto.
Bien,
ahora veamos el pasaje de Marcos 8; 14-21 versión Reina Valera:
Marcos
8:14-21 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
La
levadura de los fariseos
14
Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. 15 Y
él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la
levadura de Herodes.
16 Y
discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan. 17 Y entendiéndolo
Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni
comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? 18 ¿Teniendo ojos no veis,
y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? 19 Cuando partí los cinco panes entre
cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron:
Doce. 20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de
los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. 21 Y les dijo: ¿Cómo aún no
entendéis? Cuidado con la
doctrina de los
fariseos y la doctrina de
Herodes. Podríamos desarrollar ampliamente
este tema pero lo que
interesa rescatar en este pasaje es lo siguiente: -El plan de Dios con los
israelitas de raza es un plan de 12, es decir, completo, pero en el milagro de
los 4.000 en donde habían gentiles y
también israelitas de raza (quizá estos israelitas de raza vivían con los
gentiles en Decápolis y ya tenían el mismo estilo de vida que ellos) pero todos
usando canastas constituye el plan PERFECTO DE DIOS en donde el provee de todas
las bendiciones de la Gracia a todos los hombres de la tierra que crean en su
hijo amado Jesucristo.
El pacto
de Dios con los judíos era sólo con ellos, un pacto estrecho como un kofinoi
(cesta), pero ahora viene a establecer un nuevo pacto, un pacto abierto, para
toda la humanidad en donde todos cabemos en una misma canasta. Pero Jesucristo
también quiere que nosotros seamos canasta
y no cesta. Que seamos además de libros abiertos para todas las
personas, que tengamos nuestros
talentos, ministerios, dones en armonía con el fruto del Espíritu Santo
(el amor el cual genera gozo, paz, fe,
mansedumbre…) dentro de una canasta a disposición completa de todos los demás
quienes le necesiten.
Jesucristo
quiere convertir tu cesta en canasta a través de la regeneración de tu mente y
corazón a fin de que usemos todo lo que Dios nos ha dado con dadivosidad en
pro de los demás.
El
kofinoi era pequeñito. Cuando no estamos dispuestos a dar eso es lo que
tenemos, pero si amando a Dios nos llenamos de
su amor lo que tendremos en nuestro corazón en toda una canasta llena de
todo tipo de bendiciones para dar.
Ahora
viene la pregunta:
¿Somos
cesta o canasta?
Seamos
sinceros con nosotros mismos.
Si
consideramos que somos cesta hemos de saber que Cristo nos puede cambiar, para
eso nos trajo consigo ,al venir a la
tierra mediante su encarnación, el pacto de la Gracia, para cambiar
nuestra cesta por una gran canasta llena de fruto. Ese fruto ya es nuestro, lo
que necesitamos ahora es compartirlo.
Si te
llenas del amor de Dios clamándole a Él todos los días de rodillas (no me
refiero tanto a la posición física como a una actitud de humildad delante de
Dios) en nombre de su amado Hijo y teniendo plena conciencia de que Jesucristo
es el Señor y que resucitó al tercer día (esta conciencia no se trata de una
simple declaración sino de un total comprensión de ello), Dios te
convertirá en una canasta. La canasta
siempre está disponible para los demás.
¡Que
Dios te bendiga mucho!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario