martes, 14 de abril de 2020

¿SOMOS CESTA O CANASTA?



Por:
Pastor R.V.C.


Muchas veces hemos leído en los evangelios lo relativo a la multiplicación de los peces y los panes.
Sabemos quizá acerca de esa multiplicación el que miles de personas buscan a Jesús, que  Jesucristo  aún  cansado aprovecha para hablarles del Reino y que al casi anochecer las miles de personas tienen hambre, que hay algunos pocos  peces y panes y que, iniciando en las manos de Jesús y pasando luego por la de los discípulos empiezan estos alimentos a multiplicarse al punto de que todos se sacian y sobra incluso.
Con solo este breve resumen ya tenemos información suficiente como para desarrollar varios temas tales como el  amor desbordante de Jesús, el aprendizaje a los discípulos de que su misión es servir y no buscar ser servidos y otros temas importantes.
No soy un seguidor de cábalas bíblicas consistentes en buscar algún significado que se quiera dar a un pasaje bíblico en  relación con un evento o circunstancias de la vida diaria pero enlazando ambos eventos por la fecha en que sucede el evento en la tierra con el numeral del versículo y del capítulo a que corresponda el pasaje bíblico; pero sí creo que Dios sabe usar, dentro del texto, los numerales para darnos una enseñanza de gran profundidad.
Vamos a circunscribirnos al tema de la multiplicación de los peces y los panes.
Podríamos creer que este evento multiplicatorio de peces y panes es sólo uno en la historia de  Jesús, pero no, realmente  son dos. Uno, el primero sucedido cronológicamente hablando, es con cinco mil hombres más mujeres y niños y el otro, el segundo, es con cuatro mil hombres más mujeres y niños.
Si lees Juan 6:1; Marcos 6:53, Marcos 7:24; Marcos 7:31 y Marcos 8:1 con ayuda de un mapa de Palestina en tiempos de Jesús veremos el recorrido que hizo Jesús con sus discípulos desde el milagro con los cinco mil hombres hasta el segundo milagro con los cuatro mil hombres (en ambos más mujeres y niños) nos daremos cuenta de que la multiplicación de peces y panes con los cinco mil hombres más mujeres y niños fue en tierra de Palestina, propiamente en la Provincia de Galilea o lo que llamamos tierra santa y el de los cuatro mil hombres más mujeres y niños fue en Decápolis (significa  diez  ciudades griegas) , tierra de gentiles o no judíos luego de un gran recorrido de norte a sur por tierras fuera de tierra santa que duró varios meses ( se estima que duró varios meses pues en el milagro de los cinco mil hombres los judíos se sentaron en hierba verde (Marcos 6:39) mientras que en el milagro de los cuatro mil hombres se sentaron en tierra (Marcos 8:6), es decir en  el primer milagro era primavera y en el segundo era veranos para un lapso de tiempo de al menos seis meses).Y analizado ello veamos toda la belleza de este pasaje: Un milagro con cinco mil hombres y otro con cuatro mil.
El  primero  es  un  cinco y el segundo un cuatro, los ceros a la derecha representan multitudes. El 5 representa lo mismo que el estanque de Betesda (Juan 5:2) el cual tiene cinco pórticos o columnas.
Los cinco pórticos   representan la Torah o los cinco primeros libros de la biblia en alusión al antiguo testamento y por ende en alusión a la raza israelita físicamente hablando, así como a la ley.
El 4 es significativo de (apocalipsis 8:9) naciones, pueblos, tribus y lenguas, es decir de personas de toda la tierra (norte, sur, este y oeste incluyendo a la raza judía físicamente hablando). Habla del nuevo pacto y por ende de la nueva Israel espiritual.
El primer milagro se realizó, reitero, sólo con israelitas de raza (judía y galilea) al igual que sucedió con el primer pacto, el segundo milagro lo fue con todas las razas de la tierra y representa al pacto de la Gracia.
Una vez que comieron todos en cada uno de los dos milagros, en el primer milagro sobraron 12 cestas (Marcos 6:43) y en el segundo milagro, el que representa a la Gracia, sobraron 7
 Canastas (Marcos 8:8).
No nos fijemos en los números de lo que sobró sino en el utensilio utilizado en cada milagro, pues son  totalmente distintos uno del otro.  Esta idea se reitera y resalta por medio  de Jesús en Marcos 8:19 y 20.
Cestas (kofinoi en griego) en el primer milagro y canastas (sfyrides en griego) en el segundo milagro.
Los kofinoi era el utensilio que usaban los judíos para  llevar  sus alimentos. Tenía como forma de botella o cantarillo pero de un mayor tamaño. Termina arriba entonces con un “cuello de botella”. El sentido de esta forma de utensilio era evitar que el aire contaminado por los gentiles ingresara por el kofinoi y “contaminara” los alimentos.

El sfyrides era una especie de canasto como el que usan los recolectores del grano de café pero más grande. Los usaban los gentiles para transportar sus alimentos y tenía un tamaño suficiente como para que cupiera una persona dentro de él.
Ahora vamos a concentrarnos en los números: En el primer milagro sobraron 12 cestas y en el segundo milagro 7 canastas. El 12 en la biblia significa completo y el 7 significa perfección. El 12, el cual también habla de doce tribus, hace referencia al antiguo pacto con los israelitas físicamente hablando y es  un plan completo, el cual es bueno pues proviene de Dios y necesario para dar paso a la Gracia. De hecho de la  tribu de  Judá desciende Jesucristo familiarmente hablando (no en un sentido genealógico pues Cristo es el unigénito Hijo de Dios, el único (uni) con los genes (génito) de Dios.
Pero el número 7 significa perfección. El Nuevo Pacto es perfecto pues es de Dios y es necesario para dar paso al verdadero perdón de pecados mediante la sangre de Cristo (el sacrificio de corderos realmente no perdonaba pecados), para dar paso a la Salvación garantizada mediante la recepción del Espíritu Santo en nuestras vidas y  a  la  Vida Eterna. Todo esto  es imposible sin Jesucristo y por ende no era algo accesible en el viejo pacto.
Bien, ahora veamos el pasaje de Marcos 8; 14-21 versión Reina Valera:
Marcos 8:14-21 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
La levadura de los fariseos
14 Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. 15 Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.
16 Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan. 17 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? 18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? 19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce. 20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. 21 Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis? Cuidado  con  la  doctrina  de  los  fariseos        y la doctrina de Herodes. Podríamos  desarrollar  ampliamente  este tema pero            lo que interesa rescatar en este pasaje es lo siguiente: -El plan de Dios con los israelitas de raza es un plan de 12, es decir, completo, pero en el milagro de los 4.000 en donde  habían gentiles y también israelitas de raza  (quizá  estos israelitas de raza vivían con los gentiles en Decápolis y ya tenían el mismo estilo de vida que ellos) pero todos usando canastas constituye el plan PERFECTO DE DIOS en donde el provee de todas las bendiciones de la Gracia a todos los hombres de la tierra que crean en su hijo amado Jesucristo.
El pacto de Dios con los judíos era sólo con ellos, un pacto estrecho como un kofinoi (cesta), pero ahora viene a establecer un nuevo pacto, un pacto abierto, para toda la humanidad en donde todos cabemos en una misma canasta. Pero Jesucristo también quiere que nosotros  seamos  canasta  y no cesta. Que seamos además de libros abiertos para todas las personas, que tengamos nuestros  talentos, ministerios, dones en armonía con el fruto del Espíritu Santo (el amor el cual  genera gozo, paz, fe, mansedumbre…) dentro de una canasta a disposición completa de todos los demás quienes le necesiten.
Jesucristo quiere convertir tu cesta en canasta a través de la regeneración de tu mente y corazón a fin de que  usemos todo  lo que Dios nos ha dado con dadivosidad en pro de los demás.
El kofinoi era pequeñito. Cuando no estamos dispuestos a dar eso es lo que tenemos, pero si amando a Dios nos llenamos de  su amor lo que tendremos en nuestro corazón en toda una canasta llena de todo tipo de bendiciones para dar.
Ahora viene la pregunta:
¿Somos cesta o canasta?
Seamos sinceros con nosotros mismos.
Si consideramos que somos cesta hemos de saber que Cristo nos puede cambiar, para eso nos trajo consigo ,al venir a la  tierra mediante su encarnación, el pacto de la Gracia, para cambiar nuestra cesta por una gran canasta llena de fruto. Ese fruto ya es nuestro, lo que necesitamos ahora es compartirlo.
Si te llenas del amor de Dios clamándole a Él todos los días de rodillas (no me refiero tanto a la posición física como a una actitud de humildad delante de Dios) en nombre de su amado Hijo y teniendo plena conciencia de que Jesucristo es el Señor y que resucitó al tercer día (esta conciencia no se trata de una simple declaración sino de un total comprensión de ello), Dios te convertirá  en una canasta. La canasta siempre está disponible para los demás.
¡Que Dios te bendiga mucho!

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