viernes, 17 de abril de 2020

Leyendo la mente de Dios



Dios piensa a un nivel que está muy lejos de la comprensión humana. Sin embargo, ¡Él está dispuesto a darnos las herramientas para leer su mente y empezar a pensar como Él piensa!
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Eterno. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9).
¿Puede imaginarse una conversación en el salón del trono del universo? ¿Puede usted imaginarse lo que sería saber lo que está en la mente de Dios a medida que dirige millones de ángeles y sustentar billones de galaxias?
Pero los poderes mentales de Dios son tan inmensamente superiores a los nuestros que, ¿cómo podríamos siquiera atrevernos a imaginarnos? ¿No sería algo semejante a una hormiga o ameba microscópica —tratando de entender a la persona que diseñó un rascacielos o construyó un cohete que llevó a los seres humanos a la luna?
Sin embargo, Dios nos ha creado con el deseo de aprender y entender. Deseamos encontrarle sentido a nuestro mundo, y esto significa que anhelamos entender los pensamientos y planes del Creador.
Nos preguntamos, ¿qué piensa Dios cuando suceden los desastres? ¿Qué desea que aprenda de las pruebas que yo enfrento? ¿Qué quiere Él que yo alcance? ¿Cuál es su propósito para mi vida?
Increíblemente, la Biblia nos dice que Dios quiere que lleguemos a entender sus pensamientos, leer su mente —para realmente empezar a pensar como Él lo hace.
Reparar la brecha
Pero hay grandes obstáculos que debemos superar antes de lograr eso. Nuestra lamentable condición está lejos, muy lejos de esa meta.
Dios identifica claramente la brecha que existe entre nuestros pensamientos naturales y su nivel de pensamiento:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Eterno. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9).
El origen de la separación
Nuestros primeros padres, Adán y Eva, tenían contacto directo con Dios y les fue ofrecida la posibilidad de acceder al árbol de la vida. Este árbol simbolizaba el Espíritu Santo, por medio del cual Dios nos da entendimiento de sus pensamientos y la oportunidad de la vida eterna.
Pero somos limitados naturalmente, y nuestro pensamiento tiende a enfocarse en los placeres temporales en detrimento de la perspectiva eterna de Dios.
Adán y Eva demostraron esto con su elección del atractivo fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Esta forma de pensar egoísta, temporal, los llevó a ignorar la orden de Dios. Al tomar del fruto prohibido, ellos comenzaron a construir una barrera que los distanció a ellos y a sus hijos aún más de la mente de Dios.
El profeta de Dios, Isaías, describió el resultado de esta funesta elección:
“:.. Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír… Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos… Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos” (Isaías 59:2, 7-8, 10).
A medida que hemos tratado de descubrir por nosotros mismos lo que es bueno y es malo, los seres humanos nos hemos alejado más y más del pensamiento correcto que conduciría a la paz y la justicia. Nos hemos cortado de la mente de Dios.
La lectura de la Palabra de Dios
Pero Dios no ha dejado a la humanidad sin forma de saber cuál es su forma de pensar. Él ha inspirado los libros de la Biblia para revelar su mente.
La Biblia nos dice lo que Dios considera bueno y malo. ÉL nos dio leyes de los alimentos para nuestro beneficio (Deuteronomio 10:12-13). Él nos enseña el camino de la paz y el camino a la salvación y a la vida eterna.
La Biblia está llena de la sabiduría práctica que puede hacer que la vida funcione como supuestamente debería funcionar.
La Biblia muestra que Dios en su perfecta sabiduría tiene el plan para darnos un corazón así. Él quiere que tengamos un corazón y mente como los de Él —que podamos realmente leer su mente. Pero resulta que aun cuando tengamos acceso a la Biblia, esto no es suficiente para entender por completo el corazón y la mente de Dios. Después de dar sus Diez Mandamientos a los hijos de Israel, Dios se lamentó: “¡quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre”! (Deuteronomio 5:29).
La Biblia nos muestra que en su perfecta sabiduría, Dios tiene un plan para darnos un corazón así. Él quiere que tengamos un corazón y una mente como los de Él —que realmente podamos leer su mente.
El ojo no ha visto
Por increíble que sea la Biblia, Dios nos dice que contiene muchas cosas que nos plantean un reto para entenderlas. Hubo cosas que los discípulos de Jesús no comprendieron realmente sino hasta que Él se las dio y añadió a su nivel de entendimiento por medio del don del Espíritu Santo (Juan 16:12-13).
El apóstol Pablo explicó que, sin el Espíritu de Dios, no podemos entender realmente las cosas más allá del plano humano.
“Antes bien, como está escrito, cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman… Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:9, 14).
En el momento correcto para cada persona, el deseo de Dios es llevar a todos al conocimiento de su verdad y guiarnos al arrepentimiento —un cambio de mente. Como el apóstol Pedro ordenó vehementemente a aquellos que se compungieron de corazón y reconocieron sus pecados:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
El Espíritu de Dios nos provee la conexión que falta con Dios y nos da el entendimiento de sus motivaciones y su forma de pensar. Dios quiere que tengamos la mente de Cristo (1 Corintios 2:16; Filipenses 2:5). Él quiere que tengamos la perspectiva eterna, sensata y equilibrada que Él tiene. Quiere que seamos motivados para actuar de la forma amorosa, correcta, benéfica que Él actúa.
Su paso siguiente
¿Lo está llamando Dios a entender su palabra escrita, la Biblia? ¿Está motivándolo a que desee cambiar, pensar y actuar como Él lo hace? Si es así, lo animamos a actuar conforme a este llamamiento ahora.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Entrada destacada

LA LUCHA CONTRA LAS OBRAS DE LA CARNE: LASCIVIA

  Por Víctor Pérez D.   La lucha contra las obras de la carne, en particular la lascivia, es un tema de gran profundidad y relevancia en el ...