En un
mundo triste, repleto de malas noticias, no es malo desear noticias buenas. El
mensaje de la Biblia, de hecho, tiene noticias buenas y malas. Pero al final,
¡lo malo no se compara con las maravillosas noticias que Dios tiene
para nosotros!
Me
gusta estar al tanto de las noticias. Mucho. Las sigo en internet, en la radio,
en la televisión y en revistas. Y no le sorprenderá saber que la mayoría de
ellas son malas. Muchas son deprimentes y espantosas; otras, definitivamente
aterradoras.
Una
revista que leo regularmente es The Week, donde se cubren grandes
historias de forma concisa y clara, e incluso hay una sección llamada “No todo
fue tan malo…”, con tres buenas noticias breves que resultan refrescantes y
animadoras.
Esta
sección ocupa un cuarto de página… en una revista de 40 páginas.
Buenas
noticias, para variar
No
estoy sugiriendo que deberíamos ignorar lo que sucede en el mundo y sumergirnos
en tantos relatos agradables y videos de gatos como podamos. Si bien Dios quiere
que nuestro enfoque sea positivo (Filipenses 4:8), Jesucristo también demostró
que debemos estar al tanto de los eventos mundiales cuando dijo: “Velad, pues,
en todo tiempo orando” (Lucas 21:36).
El
contexto de estas palabras fue la profecía del Monte de los Olivos, donde
Cristo describió los terribles eventos proféticos que culminarán en su segunda
venida para salvar a la humanidad de la autodestrucción (Mateo 24:3, 21-22,
30). En otras palabras, esta ola de malas noticias será señal de algo bueno: “cuando
veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios” (Lucas
21:31).
La
Biblia nos da un adelanto de las buenas noticias del mañana: ¡Jesucristo vendrá
para impedir que nos autodestruyamos! Y luego establecerá un maravilloso Reino
de paz y prosperidad en la Tierra. La Biblia nos da un adelanto de las buenas
noticias del mañana: ¡Jesucristo vendrá para impedir que nos autodestruyamos! Y
luego establecerá un maravilloso Reino de paz y prosperidad en la Tierra.
Ésas
sí que son buenas noticias, ¿no es así?
El
evangelio: las buenas noticias de Jesús
La
palabra evangelio proviene del término griego euangelion. “Esta
palabra griega originalmente se usaba para describir las ‘buenas noticias’ de
una victoria militar que los comandantes enviaban a través de un mensajero.
Luego pasó a denotar un ‘buen mensaje’ en general” (NKJV Study Bible, Estudio
de palabras, p. 1680).
Jesucristo
vino para predicar un mensaje de buenas noticias: “vino a Galilea predicando el
evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de
Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15).
¿Qué
es el evangelio?
La
Biblia generalmente describe este mensaje como “el evangelio del reino” (Mateo
4:23; 9:35; 24:14; Marco 1:14). El Reino de Dios es un tema muy importante a lo
largo de la Biblia, y es la respuesta a todos los problemas y males que
impregnan los gobiernos actuales.
El
gobierno de Dios será uno de servicio y amor (Mateo 20:25-28) que traerá paz,
prosperidad y buena salud a todo el mundo. La humanidad entera tendrá la
oportunidad de experimentar una vida física productiva y con propósito, y
también la oportunidad de prepararse para una vida eterna de gozo y gloria.
El
Reino de Dios es como una perla de gran precio. Su valor es mayor que el de
cualquier cosa que podamos tener (Mateo 13:45-46).
Pedro,
Santiago y Juan tuvieron una visión de ese maravilloso futuro, y su emoción fue
tal que los mantuvo motivados durante el resto de sus vidas.
Las
buenas noticias del Reino de Dios
Trate
de visualizar estas descripciones acerca de lo glorioso y pacífico que será el
mundo cuando Cristo gobierne en la Tierra:
“…hubo
grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de
nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”
(Apocalipsis 11:15).
“Acontecerá
en los postreros tiempos que el monte de la casa del Eterno será establecido
por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los
pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte del
Eterno, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y
andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la
palabra del Eterno. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones
poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus
lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más
para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera,
y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Eterno de los ejércitos lo
ha hablado” (Miqueas 4:1-4).
“Entonces
los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán.
Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque
aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad” (Isaías 35:5-6).
Todo
esto puede parecer demasiado bueno para ser verdad. Pero nuestro Creador nos
asegura que ocurrirá. Y, después de mil años de paz física, vendrá una
eternidad de gozo espiritual.
Por
eso Dios nos anima a buscar su Reino a pesar de todos nuestros problemas
actuales. Y Jesucristo nos dice: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro
Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32).
El
evangelio de Jesús y un evangelio diferente
El
evangelio del Reino sin duda es una noticia maravillosa. Sin embargo, Pablo nos
advierte acerca de la existencia de “un evangelio diferente. No que haya otro,
sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de
Cristo” (Gálatas 1:6-7).
Existen
muchas ideas humanas acerca de las buenas noticias del Reino, pero el verdadero
evangelio es un mensaje bíblico que abarca todo el plan de Dios.
Como
vimos, Cristo lo llamó “evangelio del Reino de Dios”, refiriéndose al gobierno
de justicia y paz que Él mismo establecerá cuando regrese a la Tierra.
Jesucristo
tiene un papel vital en el plan de Dios. Él será el Rey de su Reino cuando
venga por segunda vez y, en su primera venida, fue el Mensajero de ese Reino,
además del Salvador que dio su vida para que nosotros pudiéramos ser perdonados
por la gracia de Dios y tuviéramos acceso a la vida eterna como hijos de Dios
en su Reino.
El
Reino de Dios también es el mensaje que Pablo predicó. Hechos dice que predicó
acerca del Reino en su primer viaje misionero (14:22), y seguía haciendo lo
mismo al final del libro. Incluso cuando estuvo en arresto domiciliario en
Roma, el apóstol se reunía con quienes iban a verlo y seguía “predicando el
reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin
impedimento” (Hechos 28:31).
Evangelios
antibíblicos
Existen
muchos evangelios antibíblicos diferentes, como por ejemplo la idea de que
podemos justificarnos a nosotros mismos, tal como intentaron hacerlo los
gálatas. Solamente la muerte de Cristo puede pagar por nuestros pecados
pasados y, por tanto, ningún ser humano puede justificarse a sí mismo.
Otro
“evangelio diferente” dice que no necesitamos ser resucitados porque ya tenemos
un alma inmortal y nos iremos directamente al cielo o al infierno al morir.
Otro
dice que no habrá un Milenio de paz en la Tierra.
En
contraste con todos estos evangelios diferentes y distorsiones del evangelio,
el verdadero evangelio del Reino realmente es una buena noticia —la mejor
noticia de la historia.
Si
usted está siendo llamado a comprender las buenas noticias del Reino de Dios
—si Dios lo está invitando a ser parte de ese Reino— Él espera que usted
responda.El mensaje de las buenas noticias de Dios es la única esperanza que
nuestro mundo tiene. Jesucristo vino la primera vez para salvarnos del pecado y
la pena que acarrea, y regresará con poder para salvar a la humanidad de la
autodestrucción.
La
maravillosa eternidad que Él está preparando para nosotros se escapa de nuestra
imaginación (1 Corintios 2:9), ¡pero podemos tratar de imaginarla!
Arrepentíos,
porque el Reino de Dios está cerca
Pero
estas buenas noticias requieren de una respuesta.
Si
usted está siendo llamado a comprender las buenas noticias del Reino de Dios
—si Dios lo está invitando a ser parte de ese Reino— Él espera que usted
responda.
“Arrepentíos,
y creed en el evangelio”, nos dice en Marcos 1:15.
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