miércoles, 1 de abril de 2020

¡El Reino de Dios es real!



La historia de la mayor noticia en el panorama rara vez se toma en serio. Pero es nuestra única esperanza —y va a revolucionar todo. ¡El Reino de Dios es real!
En la autopista interestatal entre Cincinnati y Columbus, Ohio, hay muchos avisos, pero uno de ellos se destaca en mi mente. Por un lado, están los Diez Mandamientos. En el viaje de regreso, los conductores ven en la parte de atrás del aviso en letras gigantescas: “¡EL INFIERNO ES REAL!”
Algunos se burlan de los avisos, pero es difícil no notarlos. Aprecio el genuino intento del fabricante de ese cartel de compartir sus creencias. Estoy de acuerdo en que los Diez Mandamientos son de vital importancia, e incluso estoy de acuerdo con la afirmación acerca del infierno (aunque probablemente no de la misma forma en la que el fabricante pretende hacerlo). Los tres tipos de infierno que se mencionan en la Biblia son reales, pero no lo son las ideas no bíblicas popularizadas por Dante y otros.
Pero mi verdadero punto al mencionar esto es para decirles lo que yo pondría en ese aviso. Hay un tema aún más importante de la Biblia que muchos lo relegan a un espiritualismo intrascendente. También se relaciona con los Diez Mandamientos y es mucho más positivo. De hecho, es la mejor noticia que se puede escuchar:
¡EL REINO DE DIOS ES REAL!
Buenas noticias ignoradas
No sólo no escuchamos estas noticias importantes en los medios de comunicación laicos, también la realidad del Reino de Dios rara vez se discute en los círculos religiosos.
Algunos enseñan que el Reino de Dios está en su corazón o que la Iglesia es de alguna manera la plenitud del Reino de Dios.
Pero para Jesucristo, los apóstoles y profetas de la Biblia, el Reino de Dios era una realidad sólida y concreta. Incluso los discípulos querían saber si Cristo estaba estableciendo su Reino en ese momento (Hechos 1:6).
Su tiempo estaba fuera de lugar, pero su concepto era correcto: un verdadero Rey gobernando sobre un territorio real, terrenal, con súbditos y leyes. Tenga en cuenta estas predicciones reales del Reino de paz y utópico que Dios promete:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).
“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:2-4).
Los siervos de Jesucristo deben prepararse para ayudarlo a restaurar y darle un respiro a este mundo devastado.
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:19-21).
Sus seguidores deben prepararse ahora para ayudar a gobernar a la gente de una manera que realmente les beneficie (Mateo 20:25-28).
Nuestra única esperanza
Este nuevo gobierno —el Reino de Dios— se necesita desesperadamente. Las tendencias actuales coinciden con las advertencias que Jesús dio de un mundo que se precipita hacia la autodestrucción:
“Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22).
¿Estará usted entre esos seguidores elegidos por Cristo que estarán orando fervientemente para que el Reino de Dios venga pronto (Mateo 6:10)?
¿Se va a preparar diligentemente para ello y lo va a anhelar con urgencia, como lo hizo el apóstol Juan?
“El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20, énfasis añadido).


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