¿Por
qué edificó Jesús su Iglesia? ¿Qué se supone que debe hacer la Iglesia? ¿Cuál
es nuestro papel en esa misión? ¿Qué debe producir en nosotros nuestra
participación en la Iglesia?
Dios
siempre tiene un propósito para todo lo que hace. ¿Por qué estableció Él su
Iglesia? ¿Es la Iglesia sólo un sitio donde la gente se puede reunir a orar y
estar en comunión? O, ¿existe un propósito más grande —un mandato— que Dios
tiene en mente para su Iglesia?
¿Cuál
es ese propósito? ¿Es sólo para animar a los miembros de la Iglesia? ¿Brindar
actividades sociales? ¿Salvación personal? O, ¿hay algo más que eso?
La
misión de la Iglesia
Jesús
dijo: “yo edificaré mi Iglesia” (Mateo 16:18). Él la edificó y sigue siendo la
cabeza de la Iglesia (Efesios 1:22; 4:15). Entonces, ¿qué labor le encomendó a
sus seguidores que se convirtieron en su Iglesia?
Después
de su muerte y resurrección, Jesús les dio a sus discípulos su plan de acción.
Él les ordenó: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
Jesús
también le encomendó a sus seguidores que predicaran a todo el mundo el
evangelio del Reino de Dios (Marcos 16:15; Mateo 24:14).
¿Qué
es el evangelio?
El
mensaje de Jesucristo fue el evangelio —de la palabra griega evangelion,
que significa “buenas noticias”— del Reino de Dios. Este mundo está
sufriendo actualmente las consecuencias de vivir “bajo el maligno” —Satanás (1
Juan 5:19). Él “engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9) e incluso es llamado
“el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4).
Mire a
su alrededor y verá los efectos negativos que tiene el camino de Satanás en
nuestras familias, ciudades, naciones y el mundo. De hecho, los problemas sin
solución de este siglo tienen a la humanidad al borde de la autodestrucción.
¡Pero
Jesucristo prometió que iba a intervenir! Él nos va a salvar de la
aniquilación, va a quitar a Satanás de en medio y va a establecer un nuevo
gobierno —el Reino de Dios. Jesús, como Rey de Reyes, va a acabar con
todas las guerras y va a enseñar el camino de la paz. El Reino de Dios va
a traer consigo prosperidad, salud, relaciones positivas —todas las cosas
buenas que la humanidad ha añorado por siempre.
Estas
realmente son buenas noticias —¡las mejores noticias posibles! Y la Iglesia de
Dios tiene el privilegio y la responsabilidad de proclamar este evangelio a
todo el mundo ahora.
¡Jesucristo
prometió que iba a intervenir! Él nos va a salvar de la aniquilación, va a
quitar a Satanás de en medio y va a establecer un nuevo gobierno —el Reino de
Dios. Pero, ¿dice la Biblia que todo el mundo va a responder? ¿Que los pueblos
y las naciones del mundo van a ver el error de sus caminos y le darán la
bienvenida a Jesús cuando regrese a la Tierra?
No.
¡De
hecho, la mayoría, bajo la influencia de Satanás, va a ridiculizar o ignorar
las buenas noticias e incluso van a pelear en contra de Jesús cuando regrese
(Apocalipsis 19:19)!
¿Quiere
decir esto que la Iglesia habrá fallado? De nuevo, la respuesta es no.
Llamados
para salvar al mundo pero no ahora
A
muchos se les ha enseñado o han asumido que la misión de la Iglesia es salvar a
todo el mundo ahora. Ésta es una suposición lógica de acuerdo a las enseñanzas
de muchas iglesias —pero, ¿es esto lo que se enseña en la Biblia?
Si
éste fuera el propósito de la Iglesia usted tendría que reconocer, sin importar
cuan amplia fuese su explicación, que la Iglesia falló. Sólo una pequeña
fracción de la gente que vive actualmente dice ser cristiana. Y si miramos
atrás en la historia, ¡los porcentajes son peores!
La
verdad bíblica es que sólo Dios puede llamar a las personas a su
Iglesia, y Él está llamando a la humanidad por etapas, en el momento indicado
para cada persona (Juan 6:44; 1 Corintios 15:23; Apocalipsis 20:4-5, 12). ¡Y su
plan de salvación no está limitado a esta era! El plan de Dios incluye darle a
cada persona una oportunidad completa de responder a su ofrecimiento de
salvación —¡incluso si tiene que resucitarlos para darles su oportunidad!
Esta
enseñanza acerca del amor y programación por parte de Dios no aminora la
urgencia de predicar el evangelio de Dios. Dios no nos ha dicho a cuantos va a
llamar en esta era, por eso la Iglesia debe cumplir su labor, tratando de todo
corazón, de que el mensaje de las buenas noticias, advertencia y esperanza
llegue a todo el mundo.
Entonces
Cristo le dice a la Iglesia que esté preparada para recibir a todos aquellos
que Dios ha llamado a ser sus discípulos.
¿Qué
es un discípulo?
A
menudo cuando pensamos en discípulos pensamos en los 12 hombres que estaban en
el círculo más cercano de Jesús. Estos fueron los que se convirtieron en
apóstoles. Pero había muchos más que 12 discípulos. En el momento que se
describe en Hechos 6, había miles de discípulos, y “el número de los discípulos
se multiplicaba grandemente” (Hechos 6:7).
La
palabra “discípulo” puede usarse para todos los cristianos, ya que viene del
griego mathetes, que significa un “aprendiz”. Según el Diccionario
expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo de
Vine: “Un discípulo no es meramente uno que aprende, sino un partidario; de ahí
que se les mencione como imitadores de su maestro; cf. Jn 8.31; 15.8”.
Entonces,
mientras que Dios siga llamando más aprendices, la Iglesia tiene la misión de
enseñarles “que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:30). Ésta
también es una tarea exigente y gratificante.
Otras responsabilidades
y beneficios de la Iglesia
Mientras
los miembros apoyan la misión de predicar las buenas noticias y el cuidado
espiritual de los discípulos que están siendo llamados, también ayudan a
cumplir muchas otras cosas. Esto trae beneficios a cada uno de los discípulos,
a la Iglesia y eventualmente al mundo entero.
Al
servir, los miembros de la Iglesia crecen al pensar y actuar más como Dios.
Ellos “crecen en gracia y en conocimiento” (2 Pedro 3:18), resisten a Satanás
(Santiago 4:7) y desarrollan carácter según Dios.
Sin
embargo, los mensajes a los miembros de la Iglesia en el Nuevo Testamento,
dejan absolutamente claro que la Iglesia no es perfecta (1 Corintios 1:11; 1
Juan 1:8, 10). Los miembros de la Iglesia deben reconocer sus propias debilidades,
arrepentirse y trabajar para superarlas (1 Juan 1:9; Apocalipsis 2:7).
Afortunadamente, Dios brinda el poder del Espíritu Santo para bautizar los
miembros de su Iglesia y así ayudarlos a vencer, cambiar y ser convertidos.
La
Biblia también compara la Iglesia con el cuerpo humano, mostrando la
conectividad vital que los miembros deben tener. Dios llama a gente de
diferentes orígenes y les da diferentes dones, pero Él quiere que todos
aprendan a trabajar en conjunto y que se cuiden los unos a los otros.
“Porque
los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el
cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya
desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos
por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen
con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (1
Corintios 12:24-26).
Todo
esto prepara a los miembros de la Iglesia para que sirvan con Cristo en
su segunda venida. De cierta forma, la Iglesia es como una escuela de
maestros y un programa de entrenamiento para líderes para que ayuden a servir
en el Reino de Dios.
¿Qué
debe hacer usted ahora?
Estudiar
las escrituras y otras fuentes adicionales de este artículo y comprobar por sí
mismo cual es la misión de la Iglesia.
¿Hace
parte usted de una Iglesia que “enseña” todas las cosas que Jesucristo ordenó?
¿Es usted parte integral de una Iglesia que trabaja activamente para cumplir la
misión de predicar las buenas noticias del Reino de Dios?
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