¡Necesitamos otras personas! Uno de nuestros mayores gozos—y
nuestras más grandes heridas—provienen de nuestras relaciones. ¿Podemos
implementar nuestras amistades y vínculos en general?
Todos los seres humanos, sin importar la edad, el sexo, la
nacionalidad o los antecedentes sociales, tenemos un deseo innato de
relacionarnos con otros. Sin estas relaciones, la vida es sosa, vacía, sin
propósito y sin gozo. Nuestras relaciones nos ayudan a ser lo que somos y
contribuyen enormemente a nuestra calidad de vida.
Desde el momento de nuestro nacimiento, buscamos a otros y
queremos seguridad—el sentimiento de sentirnos conectados con alguien,
apreciados y amados. Podemos tener esto de nuestros padres, abuelos, compañeros
y otros parientes. También buscamos amistades y reafirmación de amigos, vecinos
y compañeros de trabajo.
A medida que maduramos, naturalmente buscamos otras
relaciones más íntimas, en las que por medio del aprendizaje, probablemente
llegaremos algún día a un matrimonio lleno de amor. A partir de este comienzo,
empezamos a construir nuestra propia familia y a fortalecer nuestros vínculos
con nuestros hijos y más tarde, con nuestros nietos.
Las relaciones también son importantes para el Dios Creador.
Él diseñó y creó el matrimonio y la familia, las bases de la sociedad. La
Biblia está llena de instrucciones acerca de cómo pueden mejorar todas las
relaciones.
Dios desea que los seres humanos estén felices, y Él sabe
que buena parte de nuestra felicidad depende de cómo nos llevemos con otras
personas y cómo manejemos nuestros problemas con otros.
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