miércoles, 11 de marzo de 2020

Las relaciones sanas: haciendo nuestra vida diaria mejor.



¡Necesitamos otras personas! Uno de nuestros mayores gozos—y nuestras más grandes heridas—provienen de nuestras relaciones. ¿Podemos implementar nuestras amistades y vínculos en general?
Todos los seres humanos, sin importar la edad, el sexo, la nacionalidad o los antecedentes sociales, tenemos un deseo innato de relacionarnos con otros. Sin estas relaciones, la vida es sosa, vacía, sin propósito y sin gozo. Nuestras relaciones nos ayudan a ser lo que somos y contribuyen enormemente a nuestra calidad de vida.

Desde el momento de nuestro nacimiento, buscamos a otros y queremos seguridad—el sentimiento de sentirnos conectados con alguien, apreciados y amados. Podemos tener esto de nuestros padres, abuelos, compañeros y otros parientes. También buscamos amistades y reafirmación de amigos, vecinos y compañeros de trabajo.
A medida que maduramos, naturalmente buscamos otras relaciones más íntimas, en las que por medio del aprendizaje, probablemente llegaremos algún día a un matrimonio lleno de amor. A partir de este comienzo, empezamos a construir nuestra propia familia y a fortalecer nuestros vínculos con nuestros hijos y más tarde, con nuestros nietos.

Las relaciones también son importantes para el Dios Creador. Él diseñó y creó el matrimonio y la familia, las bases de la sociedad. La Biblia está llena de instrucciones acerca de cómo pueden mejorar todas las relaciones.

Dios desea que los seres humanos estén felices, y Él sabe que buena parte de nuestra felicidad depende de cómo nos llevemos con otras personas y cómo manejemos nuestros problemas con otros.

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