En el libro de Apocalipsis
encontramos una visión inquietante de cuatro temibles jinetes (Apocalipsis
6:1-8). Cada uno de estos jinetes es un símbolo de cuatro tipos de castigo que
se infligirán a una humanidad rebelde. ¿Estamos empezando a ver el cumplimiento
de estas antiguas profecías?
Cada jinete del Apocalipsis
representa una de las principales crisis a las que se ha enfrentado el mundo
durante siglos, pero que llegarán a su máxima expresión en los tiempos del fin.
Pero muy pocos de los que han intentado entender estos jinetes han tenido en
cuenta un principio simple: la Biblia interpreta sus propios símbolos. El
último libro de la Biblia es la “revelación de Jesucristo” (Apocalipsis 1:1).
¿No sería adecuado que él mismo interprete a los cuatro jinetes?
Cuando Cristo explica su profecía
del Monte de los Olivos (Mateo 24) establece un asombroso paralelo
con los misteriosos cuatro jinetes (Apocalipsis 6). Jesucristo
comienza explicando que habrá engaño religioso (Mateo 24:4-5), que es
el primer jinete del caballo blanco (Apocalipsis 6:2). Luego el caballo rojo
(Apocalipsis 6:4) serán guerras y rumores de guerras (Mateo 24:6-7).
El jinete del caballo negro (Apocalipsis 6:5-6) se identifica
con hambrunas (Mateo 24:7). Finalmente, el jinete del caballo
amarillo mencionado en Apocalipsis 6:8 es explicado por Jesucristo: “Y
habrá… pestes” (Mateo 24:7).
El asombroso origen del
“coronavirus”
Varios estudios han señalado que
la cepa de origen del mortal virus asiático está relacionada con los
murciélagos. Un peculiar plato de sopa de murciélago es popular en el
sur de China, y es común en la ciudad de Wuhan, ¡lugar donde se habría
originado el virus! Otros consideran probable que la serpiente pueda haber sido
un huésped intermedio.
En el mercado de la localidad de
Wuhan se vendían y consumían animales tales como zorros, salamandras, ratas,
mariscos, pulpos, murciélagos, cachorros de lobo, koalas, serpientes,
cocodrilos y puercoespines, entre otros.
Aunque China es el epicentro del
brote de este virus y el país más afectado, el coronavirus ya se ha extendido a
otros países del sudeste asiático y también se han detectado casos en Europa y
América. En la era del avión, las naciones ya no viven en un relativo
aislamiento, separadas por vastos océanos o días y semanas de viaje. Ahora, un
posible portador de enfermedades puede infectar a otro país o continente a
miles de kilómetros de distancia, todo en cuestión de horas. Hasta el momento,
ya suman más de 300 los muertos y hay miles de infectados. Las cifras
aumentan hora tras hora, lo que tiene a los funcionarios de salud de todo el
mundo en alerta.
Las asombrosas leyes bíblicas de
la salud
Muchas de las leyes y estatutos
que Dios dio a Israel contribuyen directamente a la eliminación del origen de
las enfermedades. Por ejemplo, el séptimo mandamiento dice: "No cometerás
adulterio". Esta orden sencilla de Dios es un seguro contra el VIH, la
gonorrea, la sífilis, el virus de papiloma humano y el herpes. Las leyes
dietéticas en el libro de Levítico, para muchos, están entre las instrucciones
más desconcertantes de la Biblia. Muchos críticos han afirmado, por siglos, que
las leyes alimenticias de este libro son arbitrarias e irracionales, producto
de supersticiones primitivas. Pero la Biblia afirma que mejor salud y larga
vida serían sólo dos de los beneficios de obedecer al Creador (Deuteronomio
4:40; 7:12-15).
Tanto los murciélagos como las
serpientes son animales que la Biblia prohíbe comer (Levítico 11). ¡Esos
animales no han sido diseñados para nuestro alimento! Cumplir esta sencilla ley
hubiese evitado las muertes por esta nueva cepa de virus.
Muchas de las leyes y estatutos
que Dios dio a Israel contribuyen directamente a la eliminación del origen de
las enfermedades. Por ejemplo, el séptimo mandamiento dice: "No cometerás
adulterio". Esta orden sencilla de Dios es un seguro contra el VIH, la
gonorrea, la sífilis, el virus de papiloma humano y el herpes.
Dios también les dijo a los
israelitas que enterraran sus residuos corporales (Deuteronomio 23:12, 13), en
lugar de usarlos para contaminar los ríos, como se hace en la actualidad. Esta
simple medida preventiva, si se siguiera, eliminaría virtualmente la amenaza de
enfermedades devastadoras transmitidas por el agua como la disentería, el
cólera, la fiebre tifoidea, la hepatitis y otras.
El saneamiento, la limpieza y la
cuarentena también fueron enfatizados. Los leprosos y las personas enfermas
debían aislarse del grupo principal de los israelitas. Las casas que albergaban
enfermedades eran puestas en cuarentena (Levítico 14:33-38) y luego se les daba
un lavado minucioso (versículos 39-42).
También se dieron procedimientos
para el tratamiento de personas con varios tipos de llagas e infecciones (vea
Levítico 15). Prácticamente todo lo que la persona tocaba se consideraba
contaminado, incluidos platos, ropa e incluso donde se sentaba.
La adhesión a estas leyes,
incluso en nuestro "avanzado" siglo XXI, podría aliviar mucho el
sufrimiento de millones de personas en todo el mundo hoy.
Lo que viene
No hemos visto aún las últimas
epidemias generalizadas, pero el panorama futuro respecto a enfermedades no es
alentador, más allá de lo que finalmente termine pasando con el coronavirus.
La buena noticia es que Jesucristo
regresará a esta Tierra a establecer el Reino de Dios, y sus leyes serán
implementadas en todo el mundo (Isaías 2:2-4), dando como resultado una salud
vigorosa y una sociedad libre de toda dolencia. Jesucristo regresará para
salvar a la humanidad de la triple amenaza de guerra, hambruna y enfermedades.
Él pondrá fin a todas las actividades relacionadas con la guerra (Miqueas 4:3),
lo que contribuirá en gran medida a reducir la propensión a las epidemias y
enfermedades.
Los ríos y arroyos están
demasiado contaminados para soportar cualquier tipo de vida (vea Apocalipsis
8:10-11 y 16:4). Para corregir esta situación, aguas vivas comenzarán a fluir
desde Jerusalén para sanar el suministro de agua del mundo (Zacarías 14:8;
Ezequiel 47:8).
El sistema agrícola mundial se
revolucionará y los hombres ya no tendrán que soportar enfermedades por
desnutrición (Amós 9:13-14). Las ciudades abarrotadas y plagadas de
enfermedades no continuarán. Todo ser humano tendrá derecho a su propio terreno
(Miqueas 4:4). Pero aún más importante, el Espíritu Santo será derramado y la
humanidad comenzará a vivir según el sistema de principios y leyes divinas.
En el Milenio la humanidad
finalmente comprenderá lo que significa estar verdaderamente libre de
enfermedades y pestes. La enfermedad será entonces algo que los hombres
leerán en sus libros de historia.
Si Dios lo está llamando, usted
tiene un extraordinario papel para desempeñar en ese maravilloso mundo de
mañana.
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